jueves, 23 de septiembre de 2010

PIQUETE INFORMATIVO.

Entro en el Diccionario de la R.A.E. de la Lengua y preguntando por “piquete” me aparecen 10 acepciones.
De cara a la próxima huelga, las acepciones más en consonancia son la 5ª y la 6ª.
5ª: “Pequeño grupo de personas que exhibe pancartas con lemas, consignas políticas, peticiones, etc…”
6ª: “Grupo de personas que, pacífica o violentamente, intenta imponer o mantener una consigna de huelga”.

Los piquetes más acordes con la próxima convocatoria de huelga es la 6ª acepción.
Los que se manifiestan cada vez que ocurre una muerte por violencia de “sexo” (no de “género”), en la Plaza de la Constitución están en la 5ª.

Si le pregunto al Diccionario por “informativo”, me da tres acepciones:
1ª: (Adj): “que informa, que da noticia de algo”.
2ª: (Filos): “que in-forma, que da forma a algo”.
3ª: (m): “boletín de noticias”.

Por tradición, y por experiencias pasadas, en huelgas anteriores, “piquetes informativos” son dos términos incompatibles. Como lo son “círculos cuadrados”.
Quiere significar algo así como: “te informo que no vas a poder entrar a tu puesto de trabajo, porque no queremos que entres a trabajar, o que, como entres, atente a las consecuencias” . Luego siguen términos como “esquirol”, “traidor”, “chaquetero” … o insultos como “hijo de puta”, “cabrón”… y demás.

Un “piquete informativo” no informa (porque ya todo el mundo está informado) sino que coacciona.
“Informar” se mueve en el campo lingüístico del “conocimiento”.
“Coaccionar” pertenece al campo de la “acción”, de la “conducta”.

Cuando un dictador da un golpe de estado, de lo primero que se preocupa, y le ocupa, es tomar los medios de comunicación (radio, televisión, prensa,….) para que los ciudadanos no estén “informados” o que sólo reciban la información que al dictador le interesa, que nada tiene que ver con la realidad.
Cuando los sindicatos convocan una huelga, de lo primero que se preocupan, y les ocupa, son los medios de transporte, de los que dependen la gran mayoría de los trabajadores. De esa manera no irán a trabajar, no porque estén en huelga, sino porque no pueden acudir al trabajo (una gran mayoría).

El derecho a ir, a hacer huelga, está recogido en la Constitución y en la legislación, y hay que respetarlo y cumplirlo. Pero el no querer ir a la huelga también es un derecho, que no será respetado por los que se lo impiden.

Imposibilitar o dificultar el ejercicio de un derecho, de hacer huelga o de no hacerla, está/debería estar penado.

El Sindicalismo del siglo XXI, tan jerarquizado, y subvencionado, además, con fondos públicos, y no con las cuotas de sus afiliados, poco en común debería tener con aquellos primeros sindicatos reivindicativos de salarios sociales o de jornadas laborales más racionales, para trabajadores explotados e indocumentados.
Hoy, todo eso está ya legislado y ningún empresario osará incumplir la ley, si no quiere que sobre él caiga todo el peso de la justicia.

Por otra parte, el obrero ya no es aquel trabajador analfabeto, al que había que “informarle”, realmente.

Hoy, los medios de comunicación son “im-parables” (en el sentido que “nadie los puede parar”), “in-controlables”, no pueden ser silenciados. Internet, prensa, blogs, chats,… navegan a sus anchas por las ondas y llegan a cualquiera que se lo proponga.

Pero una de las consecuencias, en esta huelga, es: ¿“Se contabilizarán como huelguistas a “todos” los que no han ido a trabajar, metiendo en el mismo saco a los que “no han querido ir”, porque son huelguistas, con los que “no han podido ir”, sin ser huelguistas, ya que ninguno ha ido a trabajar?”.

Asistiremos al baile cifras; y el fracaso para unos será un éxito para el otro, y viceversa.

Será mi deformación de funcionario pero: “Los servicios mínimos, ¿son mínimos o máximos?, ¿para quién o quiénes?.

Otra pregunta que siempre me hago, ¿serán más huelguistas los parados, para pedir un puesto de trabajo, o los todavía trabajadores, que no quieren perder el que tienen?

Y, para terminar, ¿a qué preclara eminencia sindical se le ha ocurrido la “genial idea” de invitar a los abuelos a la huelga?. ¿Dejamos a los nietos en la casa o en la escuela o en la calle?.

(Post Data).
Confío en la inteligencia de los lectores y no vean, en el símil (dictador-sindicato), ninguna similitud (¡y valga la redundancia¡).

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