martes, 28 de junio de 2011

LAS PALABRAS Y EL CONOCIMIENTO

“Tú defiéndeme con la “espada” y yo te defenderé con la “pluma” –fue la petición que un filósofo, perseguido por la iglesia, le hizo a un rey.
Ambas, espada y pluma, pluma y espada, son dos armas arrojadizas al tiempo que armas defensivas.
Una palabra hiere más profundamente que una espada, porque ésta sólo afecta al cuerpo, mientras la otra lacera el espíritu.
Ambas producen dolor. Pero nada tiene que ver el dolor físico, hasta sangrante, con ese otro dolor lento, rumiado, que se instala en el disco duro y, cual aparato estropeado, se presencializa constantemente, pellizcándote el espíritu, retorciéndote el alma hasta en los sueños.

Imaginaos que un chino o un japonés se dirigen a vosotros, con aspavientos y con palabras altisonantes, pero vosotros no sabéis ninguno de las dos lenguas.
Imaginaos que esas palabras son unos graves insultos. ¿Son insultos antes de ser descifradas o son sólo “ruidos”, “flatus vocis”, explosiones vocálicas?.
Si no se han sabido o no se han podido interpretar pueden ser portadoras de piropos y enfadarte insensatamente o ser insultantes y reírte tontamente.

En el nivel de comunicación existen cuatro escalones que, de abajo a arriba, piramidalmente, son: Datos, Información, Conocimiento, Sabiduría.

Una guía telefónica es una inmensa cantidad de datos que, si estuviera escrita en chino, no me aportaría “información” alguna, por no llegar tan siquiera al estado de “dato”. Si estuviera escrita en español sí me aportaría “información” y buscaría la dirección y el número de teléfono de un amigo o de una urgencia sanitaria.

Pero se puede tener mucha “información” sobre algo pero no llegar al estado de “conocimiento”.

La “Información” es universal, está al alcance y dominio de todos, el “conocimiento” no.

Mientras los “datos” son los elementos-base de la pirámide del conocimiento (sin ellos, ni información hay), la “información” es el conjunto de datos organizados y analizados en un contexto determinado y ya es significativo.
Pero recopilar “datos”, organizarlos, incluso analizarlos (“información”) lo hace, mejor que el cerebro humano, el software informático, pero éste nunca llegará al estado/estadio de “conocimiento”, éste siempre es subjetivo.

“Conocer” es estructurar la “información” y utilizarla para obtener resultados. El sujeto puede hacerlo o no hacerlo, hacerlo bien o hacerlo mal, acertar o equivocarse, pero de manera espontánea o voluntaria. “Conocer” no sólo permite interpretar correctamente el entorno, sino que genera la posibilidad de actuar en él.
La persona más sabia, ante la misma información, ve más posibilidades que la persona menos sabia.
Las personas sabias, más competentes, no sólo optimizan los conocimientos, es que, además, generan nuevos conocimientos, que suponen ventajas competitivas.
El ordenador no puede hacer nada de esto, no funciona como el hombre. Si dispone de los programas adecuados lo hará, siempre bien, si no dispone de ellos, no hará nada.
El ordenador no interpreta, sólo ejecuta órdenes para las que está programado.

La capacidad de interpretar los “datos” es lo que provoca que la “información” se convierta en “conocimiento” pero, para ello, habrá que aplicar tanto la intuición como la sabiduría, propias y específicas de cada persona.

Por eso, con la misma información, alguien puede llegar lejos mientras otro no llega a parte alguna, porque no es capaz ni de echar a andar.

No basta la “información”, hay que llegar al estadio del “conocimiento” para poder ser competitivos.
La “información” es necesaria, pero no es suficiente.
Por eso hoy día, a nivel empresarial, se recalca tanto la “gestión del conocimiento”, pero para poder llegar a esto es absolutamente fundamental el “equipo humano” capacitado y capaz, las personas, el “capital humano” tanto o más necesarios que otros tipos de capital.

Las nuevas tecnologías son necesarias, para manejar la información, pero no son suficientes.
J.A. Marina lo expresa muy gráficamente: “un burro, conectado a un ordenador, sigue siendo un burro”.

Finalmente, podríamos hablar de dos tipos de conocimientos:

A.- El Conocimiento Tácito, del que dispone la persona más sabia, producto de su experiencia, de su práctica, de su creatividad, y que no es, fácilmente, expresable.
Es el conocimiento que esa persona tiene incorporado, sin estar permanente explícito, que lo sabe pero que no es consciente, totalmente, de ello.

B.- El Conocimiento Explícito, el basado en datos concretos, expresable mediante palabras y números, y que es fácil transmitir, al poder ser plasmado en documentos (informes, patentes, software, productos….).

Éste es más ejecutor y productor, aquel es más creativo e innovador.

La empresa que disponga de este doble capital humano está en condiciones de ganar en la carrera de la competencia, al llegar, no sólo antes, sino también más lejos, adelantándose al futuro.

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