lunes, 23 de enero de 2012

FILOSOFÍA (B1)


El Cristianismo triunfa sobre la filosofía porque su promesa, su oferta, es más atractiva, muy superior a la de la Filosofía. Ésta sería una de las causas (no la única).

Tuve la suerte o la desgracia (nunca se sabe) de que me ocurriera, en mis estudios, lo contrario de lo que se estilaba en España.

Mientras en muchas Facultades de Filosofía, tras la entrada por la Filosofía Presocrática y la parada en la Filosofía Sofística y Socrática, se llegaba a la ancha y larga estancia en Platón y Aristóteles. Y cuando se salía de aquí, por el rápido pasillo, se miraba a ambos lados donde habitaban las Filosofías Helenísticas (entre ellas el Estoicismo) y un cartel con la Filosofía Romana.
Se daba un salto volador de 1.000 años invitando a los pasajeros a que divisaran, desde las alturas, la Escolástica Medieval y, mientras se aterrizaba con la ruptura ockhamista, se pasaba por las Filosofías Renacentistas para, definitivamente, salir y, así, entrar en la Filosofía Moderna.
Generalmente, coincidía el fin de curso con la Filosofía Ilustrada, así que las Filosofías del XIX y del XX quedaban como tareas propias.

A mí me ocurrió lo contrario. No sólo no volé sobre la Filosofía Medieval (y no digo Filosofías, porque apenas entramos en Maimónides y en Averroes) sino que hicimos parada y fonda e hicimos de Santo Tomás de Aquino y de toda la Filosofía Tomista casi el Monotema.
Mi profesor de Historia de la Filosofía, el Padre Guillermo Fraile, era un fraile dominico, un erudito, más tomista que Santo Tomás mismo, así que desayunábamos, comíamos y cenábamos con mi tocayo. Pareciera que mi profesor llevaba comisión.
Eso sí. Hasta Kant. Todo lo que hubiera detrás tendríamos que descubrirlo nosotros, llámense Idealistas, Vitalistas, Marxistas, Existencialistas.

Ni me enorgullezco de ello ni me lamento. Eso fue lo que hubo.
Lo que me maravilla, ahora, es ver la facilidad con que se critica una doctrina sin conocerla.
Aunque sólo sea para poder criticarlas, las religiones deben ser conocidas, al menos para no hacer el ridículo y aparecer, ante los demás, como un intelectual desinformado.

Hoy día, querer/intentar entender la Historia del Arte, de la Literatura, de la Política, de la Cultura, de la Moral,… sin conocer el Cristianismo es un vano intento. Un Dante, un Miguel Ángel, un Cervantes, una Catedral, una Nación, muchos de los comportamientos actuales,… suponen tener presente el Cristianismo.

Pero ¿puede un Filosofía (cuyo fundamento es la Razón) ser cristiana (cuando su base es la creencia, la fe)?. ¿No suena a contradictorio, como círculo cuadrado o pentágono triangular?.

Pero si nos decidimos a considerar que el Gran Objetivo humano es la Salvación, entonces sí que hay que tener en cuenta la Religión y, en nuestro caso, la Religión Cristiana, el Cristianismo, que posee una atractiva Teoría Soteriológica.

De esa Debilidad Estoica en su Teoría de la Salvación, el ANONIMATO y la IMPERSONALIDAD, (con la que terminábamos el tema anterior) va a aprovecharse el Cristianismo con su promesa y propuesta de una Salvación NOMINAL y PERSONAL, muy atractiva, muy atrayente, imantada, que arrastraría a las masas.

Debe tenerse en cuenta la distinta consideración del Tiempo en los griegos y en el Cristianismo.
Mientras para los griegos el Tiempo es Cíclico (el Eterno Retorno nietzscheano) para el Cristianismo el Tiempo es Lineal (hubo un Principio y habrá un Final).
Mientras para los griegos tras el día viene la noche, para reaparecer el día y de nuevo la noche y así indefinidamente, como ocurre con las estaciones del año, para los cristianos en el Principio nada había, Dios lo crea todo, también al hombre y tras el Tiempo Presente, la historia, llegará el Fin de los tiempos, y sanseacabó.

¿Qué le pasa al hombre tras la muerte?. Puede ser que nada, puede ser que se reencarne, puede ser que se funda con la naturaleza (como la gota de agua en el mar), puede ser (y ésta es la apuesta y la propuesta cristiana) que RESUCITE para ser ETRNAMENTE FELIZ o ETERNAMENTE DESGRACIADO, todo dependerá de su comportamiento y del cumplimiento de la ley que ese Dios Infinito en todo (poder, saber, amar….) ha revelado a los hombres. La Palabra de Dios.

La muerte, para un cristiano, no es el fin, sino el tránsito, el paso, a una vida infinitamente mejor. Tan buena que merece la pena sacrificar la vida real, la presente, la de aquí, por la vida venidera que nos espera.
A una vida PERSONAL, como la de ahora, e infinitamente MEJOR.

Tanto la Filosofía como el Cristianismo hablan de Salvación y de Sabiduría, pero cada uno las entiende a su manera.
Entre ambos hubo no sólo confrontación, también competitividad, para ver quién se llevaba el gato al agua, quién conseguía más adeptos, más seguidores.

Evidentemente, en un ambiente social intelectualmente bajo, la gente es más propensa a “creer” que a “saber”, a “fiarse de otro” más que a “confiar en sí mismo y sus propias fuerzas”, a aceptar la opinión ajena, más rica y llena de matices, que la propia, más pobre.

Entre Razón y Fe los planteamientos no sólo son diferentes, son, incluso, opuestos, contrarios e incompatibles.
La hegemonía, el triunfo, de la Religión cristiana sobre la Razón Griega y Romana tuvo mucho que ver con las promesas que ambos ofertaban a una muchedumbre sin recursos.
Experimentan, sufriendo, su pobreza vital, su insignificancia social en esta vida, lógicamente, pues, optarán por la mejor oferta, en la otra vida, conscientes de que ni los unos ni los otros, ni los Filósofos ni los Cristianos, los sacarán del pozo en que se encuentran en esta vida.
La respuesta cristiana al interrogante humano sobre la Finitud Temporal es más atractiva y atrayente, más tentadora, que la respuesta filosófica. Además, para salvarse, se les exige lo que ya tienen y sufren: ser pobres, tener hambre y sed, ser insignificantes, ser humildes, ser perseguidos,…. (bienaventurados), lo que ya ellos son y significan, socialmente, en esta vida.

Pero, además, los cristianos de 1ª fila, fueron inteligentes, porque una de las maneras de poder vencer al enemigo es luchar con las propias armas del enemigo, por lo que, para defenderse de los ataques de los filósofos, tuvieron que aprender filosofía y usar su terminología y sus conceptos.
Pero usan la Filosofía como un medio, como un instrumento, al servicio de la Fe, que es la que va a salvarlos.

Primeramente para mostrar que la Fe no es contradictoria con la Razón (de lo que se deduciría que si una es Verdadera la otra tendría que ser Falsa, y viceversa, porque, nunca, dos proposiciones contradictorias pueden ser ni V. ni F. al mismo tiempo) sino que son diferentes o, a lo más, contrarias.

En segundo lugar para terminar mostrando que son complementarias y que allí, donde la Razón no llega, allí está la Fe, que ese es su ámbito.

En tercer lugar para mostrar que la Palabra Revelada por Dios, infalible, siempre debe tener preeminencia sobre la Palabra Humana, siempre cambiante y falible.

El tener Fe, la Con-fianza, engendra más certezas subjetivas y más expectativas que las pocas certezas objetivas que engendra la Razón.

Ninguna de las dos Salvaciones ofertadas es evidente. Ningún filósofo ni ningún cristiano, una vez muertos, han resucitado para venir a confirmar o falsar sus Salvaciones. Por lo que hay una apuesta por la mejor oferta.

La opción por la Religión, desde antes del comienzo de la Edad Media, tiene varios ingredientes a tener en cuenta: el desprestigio, el mal-hacer y los avatares de los emperadores romanos, el clima intelectual de baja intensidad, la pobreza de la mayoría de la gente, la organización y jerarquía religiosa, que consigue, desde la libertad de religión, hasta ser considerada la religión oficial, hasta, casi, llegar a prohibir otras religiones.
Y esta opción por la Salvación Religiosa Cristiana va a suponer una ruptura radical con el mundo griego y su concepción del hombre, del cosmos y de la salvación.

Una nueva y atractiva Teoría de la Salvación, que conlleva una práctica religiosa y moral, donde la solidaridad y la hermandad, el amor, entre los creyentes hará que sea rápida su propagación y asentamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario