viernes, 22 de junio de 2012

DIOS NO JUEGA A LOS DADOS (y 3)


3ª.- RELIGIÓN CÓSMICA.

Ya no hay una expresión antropomórfica de Dios. Es una forma más avanzada de Religión, no asequible a todos, aunque la puerta esté, siempre, abierta.

Esta religiosidad cósmica está más presente en el budismo, por ejemplo, (en todas las religiones orientales) que en el cristianismo (y demás religiones occidentales).

En la Religión Cósmica no hay dogmas ni dios alguno (y menos aún concebido a la manera del hombre).
Son, más bien, comportamientos éticos con lo que y con los que te rodean..
En esta Religión Cósmica tampoco hay iglesias, que detenten el poder.

A lo largo de la historia son muchos los que la han practicado, de hecho, pero fueron considerados bien herejes bien santos, rebajados o ensalzados.
Demócrito, (el atomista), Francisco de Asís (el “poverelo”), Spinoza (el filósofo).
Un materialista griego, un fraile cristiano, un judío racionalista.

Los partidarios/defensores/seguidores/practicantes de esta Religión Cósmica se rigen por el Principio de la Regularidad causal entre los hechos; por lo tanto no ha lugar para la fe, sino para el trabajo, para la investigación, para los descubrimientos de esas regularidades.

Las religiones clásicas son, a sus ojos, manifestación de mentalidades infantiles.

Cuando la cultura es teocéntrica la Religión Cósmica aparece como un absurdo, porque el estudio del efecto no coincide con el estudio de la causa.
La religión y la ciencia chocan inevitablemente, son antagónicas.
La Religiosidad Cósmica es la negación de la Religiosidad Tradicional.
La Religiosidad Cósmica es el impulso presente en todo científico a hacer y seguir haciendo ciencia.

El científico es un creyente, que cree, que tiene fe en la racionalidad del universo y anhela comprenderlo.
Ansia de desentrañar los mecanismos que rigen los cielos y la tierra.

Los auténticos científicos no sólo buscan y persiguen lo útil, lo pragmático, beneficios, a nivel individual sino para bien de la comunidad.
El científico, además, al descubrir uno o varios de los engranajes de la realidad, ¡es tánto el placer que experimenta, al descubrirlo, al comprenderlo, al hacerlo comprensible…..!
El placer de saber. La erótica del saber.

En estos tiempos tan materialistas, que gozamos o sufrimos, los hombres profundamente religiosos son los científicos, pero con/de/en la Religión Cósmica.

Pero éste era el lema del filósofo judío, hispano o luso, que tuvo que huir y refugiarse en Holanda, expulsado, también, de la sinagoga judía, “Deus sive Natura” , Dios o la Naturaleza. La Naturaleza es Dios – Dios es la Naturaleza.
Desentrañar la naturaleza es desentrañar a Dios. Es lo mismo. La Ciencia es Teología y la auténtica Teología es la Ciencia.

No ha lugar a la creación, a la trascendencia divina.
Dios es intrínseco al mundo. El mundo es lo divino. Los científicos serán los auténticos sacerdotes de esta nueva Religión.
Es Spinoza, es el “Amor Dei intellectualis”, el “amor intelectual a Dios/de Dios”.

¿Qué tendrá que ver la Teología de Stº Tomás de Aquino, con esta nueva Teología, inspirada en Spinoza, de la nueva Religión Cósmica?.

Estos nuevos sacerdotes, los científicos, al conocer, al comprender, al descubrir,….están haciendo un bien a la comunidad, al poner al servicio de ella las nuevas bondades y utilidades.

¿Es que no son “divinos/as” las vacunas, la penicilina, la cirugía, los rayos X, los transplantes,…?.

¿Es que no son “divinos” un Fleming o un Patarroyo?.

Un “religioso cósmico” cree en la “regularidad causal”, que es desentrañable, y no entra en sus esquemas considerar la existencia de un Ente determinado, trascendente, además, que intervenga a su antojo en los hechos naturales.

Crítica, pues, también, (ya incluida) a un antropomorfismo de Dios.

No se trata tanto de conocer para dominar (que también), se trata de comprender para servir.

Cuando le preguntaban a Einstein si era creyente, contestaba: “Sí, creo en el Dios de Spinoza”.

Comulgaba al cien por cien con Laplace, un acérrimo defensor del Determinismo. “Siempre que se den exactamente las mismas causas se producirán los mismo efectos”. Es el reino de la necesidad. Es necesario que de A se siga B. No ha lugar a la libertad en la naturaleza. El azar no tiene papel en este teatro.

Sería una Casualidad que, al tirar dos dados, me salieran muchas veces dos seises.
En la Naturaleza no ha lugar a la Casualidad, todo es Causal.

“Dios no juega a los dados, ni en la naturaleza ni en el hombre”.

SÍ AL DETERMINISMO.

P.D. Cuando el gracioso de turno me oyó la frase de Einstein de “Dios no juega a los dados” añadió, “ni a los dados, ni al ajedrez, ni al parchís, ni a la petanca,…. Dios no debe saber jugar porque, si no, jugaría.
Claro que la salida de pata de banco del ludópata no tiene desperdicio: “si Dios no juega a los dados, entonces… ¿qué hace?”.

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