martes, 17 de julio de 2012

REFLEXIONES CON ORTEGA (2)

ENAMORARSE (2).

La elección que hacemos nos retrata y nos delata. Si maduros o inmaduros, capeados o espontáneos, reflexivos o veleidosos.
Ya el mismo instinto sexual es selectivo.

Darwin, además de la selección natural, inter-especies (la más y mejor preparada) e intra-especie (el más apto), también expone la “selección sexual”. Las hembras seleccionan a los machos con los que aparearse, de ahí la exhibición variada (plumaje, berrea, fuerza,…) del macho, para ser la opción de la hembra.

Pero si ya el instinto sexual es selectivo, el amor lo es en grado sumo.

Vemos mujeres/varones a las(os) que todos(as), casi sin excepción, deseamos. Pero a esas otras no.

El instinto sexual te empuja a “follar” (¡perdón¡) a casi la mayoría de personas con falda/pantalón, pero el esquema selectivo interno sirve de filtro: para éste(a) sí, para este(a) no.

Porque se desean los cuerpos, se aman a las personas.

- ¿Cómo puedes amar a Silvia, si es bajita y gorda?.
- Tú no sabes la persona que es, si la conocieras….(no dice “si la vieras”, porque está viéndola o recordándola).

¿Un amor para toda la vida?, ¿amores múltiples?, ¿amores sucesivos?.

No es necesario “un amor para toda la vida”, como siempre han predicado la religión y moral cristianas, que lo consideran imprescindible, “matrimonio monógamo, heterosexual e indisoluble”. La sociedad, en general (ya cada vez más) no está de acuerdo (separaciones y divorcios así lo atestiguan).
Siempre, al final, la última (la única) palabra es de la pareja.

¿Amores simultáneos?. Difíciles, pero no imposibles. Siempre habrá preferencias y, por lo tanto, dolor para la persona preterida, al menos en nuestra cultura occidental.

¿Amores sucesivos?. Por supuesto que sí.

La indisolubilidad es una amenaza religiosa hipócrita e innecesaria. El divorcio algo normal. La nulidad, otra hipocresía religiosa, por lo general sólo al alcance de los pudientes.

Muchas religiones y sociedades admiten como una práctica normal la poligamia, generalmente más poligínica que poliándrica, porque el semen siempre está disponible, pero el óvulo, una vez fecundado, no admite más semen reproductivo (cuando los hijos suponían un capital humano), aunque en nuestros ancestros fuera normal la poliandría y el matriarcado (a fin de cuentas, la maternidad es una prueba, mientras la paternidad es, sólo, un acto de fe).

Es verdad que la sociedad, durante casi toda la historia, tradicionalmente, ha llamado “macho” al varón con variada práctica sexual, al tiempo que, a la mujer, por eso mismo, ha sido denominada “puta”.

Quien se divorcia varias veces y, sucesivamente, va emparejándose con personas parecidas ¿no está amando a la misma mujer, aunque genérica?.

Otra duda que surge. Cuando el amante ama ¿ama (verbo transitivo) al otro o se ama (verbo reflexivo) más a sí mismo?.

¿Puede conocerse al amante más por su amor o más por el objeto amado?. ¿Se delata, al amar, o es el objeto amado el que lo delata?.

Si el deseo o apetito sexual (constitutivo de toda persona normal) es hacia casi todas las personas, el amor es sólo para una/alguna. No se ama todo lo que se desea, aunque lo que se desea puede llegar a ser amado, mientras lo que se ama, siempre se desea.

“Beber sin sed y amar en todo tiempo es lo único que diferencia al hombre del animal” - pone Ortega en boca de Beaumarchais.

La mujer es la única hembra entre los animales que desea actividad sexual en período no reproductivo.

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