martes, 16 de octubre de 2012

DEMOCRACIA Y ARITMÉTICA (1)


 
Cuando a un gobierno se le piden/se le exigen razones de su actuación política ¿puede responder con “tengo mayoría”?

En una democracia ¿prima la mayoría de escaños o la protección de “todos” los Derechos, de “todos” los ciudadanos, “libres e iguales”?.

“Somos mayoría” no es la respuesta adecuada a quien/quienes pide/n razones de por qué esa mayoría gobierna así y da preferencia  a esos problemas en vez de aquellos otros.

El hecho de ser “mayoría” (algo cuantitativo) ni implica ni es garantía de que sea “lo mejor” (algo cualitativo).

¡Cuántas veces las minorías, reconociéndose “minorías”, esgrimen más y mejores razones que la “mayoría”¡

Una pregunta que me he hecho muchas veces es: ¿querer participar en el juego democrático, sólo para conseguir ventajas, es ser, realmente, demócrata?.

¿Participar en la “forma” es, también, participar en los “contenidos”?

Hay un error fundamental con el que, por lo general, la gente comulga, pero “la regla de la mayoría” no es la esencia de la democracia, sino la mejor protección y ejercicio de los Derechos de los ciudadanos.

La democracia no es sólo, ni primordialmente, un “método”, sino que, fundamentalmente, debe mirar a los fines, a los valores a practicar y conseguir.

¿Sería “democrática” la instauración de la esclavitud si la “mayoría” la votase?.

Ser “iguales”, “libres”, “justos”,…..no van, necesariamente de la mano de la “mayoría”, pero sí de la “democracia”.

¿Si la “mayoría” votase un “dictador”, que conculcase todos los Derechos de los ciudadanos, sería “democrática”?.

“Democracia” y “Aritmética” no van, necesariamente, enlazadas.

A la “ley de la fuerza” (antidemocrática) siguió la “ley del mayor número”, que no es, necesariamente, democrática si sus argumentos no son los más sólidos.

La democracia tiene que ver con las personas (ciudadanos) más que con los votos (números).

La mayoría, al gobernar, no tiene licencia para escribir en una hoja en blanco lo que quiera, por ser “mayoría”.

La hoja viene ya, en gran parte, escrita por los Derechos de los ciudadanos, hayan votado o no a esa “mayoría”.

La “mayoría gobernante” es la que tiene el encargo de poner en práctica el “CÓMO” de lo ya escrito en el “QUÉ!.

El fin de la democracia ya viene escrito, de antemano: “igualdad y justicia pata TODOS los ciudadanos”.

Las leyes no son legítimas porque la “mayoría” las apruebe, sino porque son “justas” y “benefician” al conjunto.

Es deber de la “mayoría” ni arrinconar, ni excluir, ni desentenderse de las minorías, porque amabas están formadas por ciudadanos iguales.

Es inimaginable que la “mayoría” suprimiese, democráticamente (¿), los Derechos de las minorías.

No sería “democrático”, aunque fuese “mayoritario”.

Los gobiernos deben administrar ese “cómo” conseguirlo.

Un auténtico demócrata no tiene por qué acomodarse, necesariamente, a la “voluntad mayoritaria” si ésta no esgrime razones de más peso.

Son las “razones”, no los “números”, la esencia de la democracia.

El mito de que “el pueblo nunca se equivoca” (que siempre lo proclama el ganador) es un típico tópico tonto.

Igualmente lo que proclama el perdedor: “el pueblo se ha equivocado”.

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