sábado, 23 de marzo de 2013

DOS VISIONES MORALES DEL MUNDO


El mundo moral, en occidente, se divide, en líneas generales, en dos:
                                          
1.- El UTILITARISMO, con color anglosajón, de la mano del capitalismo/neocapitalismo/mundialización, para el que “lo bueno es lo útil”, lo práctico, lo que funciona.

2.- El KANTISMO, con color de la vieja Europa, de la mano de la conciencia y del republicanismo.

Aunque ambas sean individualistas y reconozcan los derechos de las personas también son universalistas, en cuanto consideran a todos los hombres iguales, en cuanto personas, sujetos de Derechos, de los mismos Derechos, los Derechos Humanos.

Pero mientras el Utilitarismo fija su mirada en el placer y en el dolor, porque lo que interesa al hombre es el disfrute del placer y la huida del dolor, el Kantismo fija su mirada en la libertad, gracias a la cual tiene la capacidad de poner sus intereses entre paréntesis y sufrir por el bien ajeno, ocupándose de los otos.

Una O.N.G. auténtica tiene color kantiano mientras una multinacional tiene color utilitarista.

Pero cuando el utilitarista maneja el interés no sólo se refiere al interés individual, egoísta, también hay un utilitarismo social, altruista, que tiene en cuenta a los demás, no sólo, aunque también y sobre todo, a sí mismo.

“La mayor felicidad para el mayor número” eso es el bien.

El mal será “aumentar la cantidad global de desgracia en el mundo”

Pero siempre será un “interés interesado”.

Lo contrario es el humanismo europeo de Rousseau y de Kant, una moral del desinterés.

“Lo bueno es hacer lo que debe hacerse, ajeno al interés.

El utilitarismo pone su mirada en las consecuencias, el kantismo no.

Mientras para uno el fundamento del Derecho es la capacidad de experimentar placer y dolor, algo que poseen no sólo los hombres, racionales y con capacidad de hablar, sino también los niños (sin razón y sin lenguaje) y los locos, así como los enfermos de Alzheimer y, también, los animales.

¿Por qué no los animales si, también, tienen la capacidad de sufrir? Estamos, pues, obligados moralmente a ahorrarles el sufrimiento.

Si es “el mayor bien para todo ser susceptible de sufrir, los animales también lo son”.

La mayor felicidad en el mundo incluye, pues, el deber de no hacer sufrir a ningún ser. Tampoco a los animales.

Afirma, pues, el Utilitarismo:

1.- Derechos tienen no sólo los hombres, también “todos los seres susceptibles de experimentar placer y dolor”. No es, pues, un mero antropocentrismo.

2.- Optimización de la cantidad de felicidad del mundo (y no, primordialmente, la libertad).

3.- Derechos y Deberes de proteger los intereses de los seres susceptibles de experimentar placer y dolor (sin exclusión por motivos de sexo, de raza, de religión, de edad, de inteligencia, de especies animales,…

También Derechos de los animales salvajes (no sólo de los domesticados), por lo tanto, opuestos a las cacerías, a las matanzas,… causadas  por la moda de la piel, del cuero, de las plumas, de la carne, de la experimentación con animales,…

“La capacidad de sufrir y de experimentar placer (no sólo la capacidad racional y de inteligencia) es el fundamento de la moralidad y un prerrequisito para tener intereses”, algo que no tiene una piedra ni un balón, pero sí un ratón y un elefante.

Así que las corridas de toros…. las peleas de gallos,…..

Para el Kantismo, sin embargo, sólo el hombre es el ser que tiene Derechos, sólo él es persona, susceptible de Derechos, porque sólo él es libre, al tener la facultad de alejarse de los intereses, de no estar, totalmente, determinado por ellos.

Lo que distingue al hombre del animal es la libertad.

Mientras el animal vive preso y aprisionado por la naturaleza, el hombre es libre, ante ella.

La libertad y no la capacidad de sufrir y experimentar placer.

La capacidad de actuar de forma desinteresada, algo que no posee el animal, siempre y sólo guiado, determinado, por el interés.

Pero, sin embargo, del hecho de que, para el kantismo, los animales no sean sujetos de Derechos, no quiere decir que los hombres no tengan el Deber de evitarles el dolor, los sufrimientos inútiles, de no martirizarlos, de no hacerlos sufrir.

Leo en un artículo de El País sobre “Cerdos y niños”. “Los filósofos  tienen razón al buscar en la piedad hacia los animales la primera prueba de una moral elemental, casi instintiva”.

Dice Peter Singer que comer carne animal es un capricho y no un imperativo alimentario.

Pero la comida no es sólo para alimentarse, también es para disfrutarla.

Es como el sexo, que es para la reproducción, pero no sólo para eso, también es para disfrutarlo, para comunicarse, para pasarlo bien.

No veo razones morales para inducir al vegetarianismo.

Estamos condenados, en la vida real, al apetito.

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