miércoles, 24 de julio de 2013

ÉTICA Y POLÍTICA (3): EL HOMBRE PÚBLICO.


Dice Aristóteles (otra vez Aristóteles) que “no se enseña Ética para SABER qué es la virtud, sino para SER virtuoso”.

Y, en otra parte, define la virtud como “el hábito de obrar bien”, mientras el vicio es “el hábito de obrar mal”.

Sócrates habría dado tres pasos:

1.- SABER qué es la virtud

2.- OBRAR virtuosamente, PRACTICARLA constantemente, para conseguir el hábito virtuoso.

3.- SER virtuoso.

SABER para OBRAR y obrar para SER.

Pero virtud no en el sentido religioso, ni siquiera sólo en el sentido moral y el sentido intelectual, sino en el más amplio sentido de la palabra.

Virtud como “dominio perfecto (o casi perfecto) de una actividad.

Se puede ser virtuoso del piano, por dominarlo perfectamente (como Tito, el hijo de mi amigo Jesús García Castrillo) o ser virtuoso del balón (como fueron Distéfano o Kubala y lo son, actualmente, Messi y Ronaldo) o virtuoso del baloncesto (como los hermanos Gasol) o virtuoso de la pluma, o virtuoso de la palabra, o virtuoso de la cocina, o….

También se puede ser “virtuoso de la política”, cuando se SABE  qué es la política y se la PRACTICA adecuadamente. Sólo así. se puede SER un político virtuoso, cuando se legisla leyes justas y cuando se gobierna justamente.

Pero una ley es justa no por ser ley, sino por el adjetivo que la califica de “justa”. Y, aquí, entra la Ética.

Sólo puede/debe hablarse de “Gobierno de las leyes” cuando éstas son justas. Sólo entonces puede hablarse de “Gobierno de los hombres”.

Los griegos hablaban de “el hombre-ley”, que era el hombre virtuoso, justo, bueno, que hace leyes justas. Obedecerlo a él era “practicar la justicia”.

Este hombre-ley no necesitaba controles políticos ni jurídicos externos porque estaba dotado de un control ético interno, poseía conciencia moral recta.

Hoy NO. Hoy, por desgracia, no existe el hombre-ley. En su lugar está el hombre-institución y, aunque el ideal sería que debería estar dotado de control ético interno y cuando observamos que ni legisla ni gobierna justamente, son necesarios controles políticos y jurídicos externos, en primer lugar para pararle los pies y, en segundo lugar, para que rectifique.

El campo del Derecho debe estar transido por el campo de la Ética, de lo contrario la posibilidad y el peligro de injusticia es manifiesto.

¿Por qué reina, hoy, entre nosotros la desconfianza, la desafección de la clase política, sino por la ausencia manifiesta de comportamiento ético?

¿Por qué decimos y oímos decir que “todos son iguales”. Por lo que en otro artículo hemos expuesto, porque se acepta, comúnmente, que “lo que no se ve, no existe”, pero que suponemos que existe aunque no se vea. Nos preguntamos cuánto más harán que no sabemos. No solemos fiarnos del vestido como fotografía del cuerpo.

Desconfiamos de todos, no nos fiamos de nadie, solemos apostar por el menos malo, que es malo y no bueno, aunque sea un poco menos.

Damos por supuesto la ausencia de “candidez” y la presencia del ocultamiento y la hipocresía.

A diario nos desayunamos con la corrupción personal e institucional.

Con la mala fama de que gozan las instituciones públicas y casi todos quieren ser “funcionarios públicos”.

¿Sólo por la estabilidad laboral al ser “funcionarios del estado” y no “funcionarios del gobierno”? (si exceptuamos a los 25.000 “funcionariados” por la Junta de Andalucía, a golpe de decreto, cercenando la igualdad de derechos de los andaluces para acceder a esos puestos de funcionarios de la Junta, de trabajadores de empresas creadas, interesadamente, por ella misma, sin haber pasado por controles externos reglamentarios)...

¿Es que los gobernantes no gobiernan o gobiernan mal y los funcionarios no funcionan o funcionan mal para ser dianas de todos los dardos?

¿No están transidos y ubicados en un marco ético y hacer lo que se debe hacer sin necesidad de controles externos? ¿Está ausente el autocontrol ético, la conciencia moral?

La Ética Pública es la Ética Aplicada que debe estar presente en los servidores públicos.

No habría corrupción personal ni institucional si se trabajara con escrupulosidad.

Es NECESARIA LA ÉTICA, tanto en el político como en el funcionario.

Para ello sería de desear un FORMACIÓN EN VALORES para poder presumir dignamente y tener el honor de ser un “hombre público” (gobernante o funcionarios).

¿Hay alguna prueba de ÉTICA para ello?

Porque todo “hombre público” debe:

1.- Tener capacidad para el cargo.

2.- Ser leal al Estado para que funciones y para el que trabaja.

3.- Ser virtuoso, estar pertrechado de principios éticos contra la injusticia, contra la opresión, contra la intolerancia, contra el autoritarismo, contra la CORRUPCIÓN.

¿Ocurre todo esto?

 No sólo lo dudo sino que estoy cargado de razones para dudar.

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