miércoles, 24 de julio de 2013

RAJOY, DRACÓN Y SOLÓN.


RAJOY (siglo XXI d.C.) está más en la onda de Dracón (VII a.C.) que de Solón (VI a.C.)

Todos sabemos lo que son unas “leyes o medidas draconianas” y que, durante su vigencia y refiriéndose a ellas, dice Aristóteles que “la discordia social era violenta y el enfrentamiento entre unos y otros duraba ya mucho tiempo”, con el consiguiente descontento del pueblo contra los nobles.

Dichas medida draconianas fueron con las que tuvo que enfrentarse Solón, con sus reformas.

1.- REFORMAS SOCIALES.

a.- Reinaba una situación de “endeudamiento generalizado”.

b.- Los préstamos, por parte de los ricos, los nobles, se concedían tomando como garantía a la persona, por lo que la insolvencia económica y la imposibilidad de devolverlos desembocaba, legalmente, en la esclavitud del deudor.

c.- El “hectemorado” (el pago, por parte de los pequeños agricultores, de la sexta parte de lo producido, a los nobles terratenientes.

La Reforma de Solón consistió en:

a.- Cancelar todas las deudas (de golpe y porrazo).

b.- Abolir la norma que permitía tomar a la persona como garantía en los préstamos, por lo que, en adelante, ningún ateniense caería en la esclavitud por impago.

c.- Suprimir el “hectemorado”, por considerarlo una práctica antigua, como ocurriría en el feudalismo europeo, muchos siglos después, cuando los vasallos tenían unos deberes a cumplir con los Señores Feudales por la protección que les garantizaban. Y es que esa era la norma cuando la guerra era asunto de los nobles y estaba vigente la “caballería” para la guerra y para la defensa, pero ya se había impuesto la infantería y existía el ejército ateniense, con las falanges de hoplitas.

El desarrollo de la industria (cerámica, navegación, comercio,…) creó puestos de trabajo a la vez que nuevos ricos (“la aristocracia del dinero”), además de la clásica “aristocracia de la sangre”

Hoy, en el siglo XXI de Rajoy, podríamos hablar de:

a.- El paro generalizado.

b.- La no concesión de préstamos, ni a particulares ni a las pequeñas empresas.

c.- Los desahucios.

d.- Las Instituciones endeudadas hasta las cejas, pero con asesores varios, y sin pagar a los proveedores.

Dracón: política pura y dura, beneficiando a una élite minoritaria, los ricos, la “aristocracia del dinero” coincidiendo con la “aristocracia de sangre”.

Solón: El resultante de sumar Ética y Política, que es el Bien común o bien para la comunidad como “conjunto de condiciones de vida con las que puede alcanzarse la plenitud”. Eso es “gobernar”:”servir a los intereses comunes”.

Un Estado que no beneficie a los ciudadanos debería ser considerado “ilegítimo”,           

¡Qué bien supo expresarlo Cicerón, siglos después¡: “los que hayan de gobernar el Estado deben tener siempre presentes estos dos conceptos: defender el interés de los ciudadanos, olvidándose del propio provecho y velar sobre todo el cuerpo de la república no sea que, atendiendo a la protección de una parte, abandonen las otras”…..”Los que se ocupan de una parte de los ciudadanos y no atienden a la otra introducen en la patria una gran calamidad: la sedición y la discordia, de donde resulta que unos se presentan como amigos del pueblo y otros partidarios de la nobleza: muy pocos favorecen el bien de todos”.

Es, justo-justo, lo que había dicho Aristóteles de la política de Dracón.

Es responsabilidad del gobernante buscar el equilibrio entre las partes del Estado, sin permitir que existan grupos o élites que se vuelvan más poderosos.

Descuidar la Ética en la formación de los gobernantes ha producido y produce el descrédito de la Política, el deterioro de la misma.

Sólo así, sin Ética, el egoísmo se impone a la solidaridad.

Porque, así, están presentes los intereses económicos y la ambición de riqueza. Se hace presente la corrupción. No existe la “vocación política”. Se lucha por el poder, a toda costa, para sacar provecho de él.

Y así, hay fondos que se desvían, metas que jamás se alcanzan, promesas que nunca se cumplen, ayudas económicas que desaparecen y/o nunca llegan.

“Lo que se dice” en nada concuerda con “lo que se hace”. Así aumenta la desconfianza.

Porque esa corrupción a gran escala sólo la hacen los que pueden hacerla. Es la evasión fiscal, inmoral, no sólo de quien pone una mano sin que tan siquiera se entere la otra, sino del que exige por aquello del “do ut des” (dame para que te dé, te doy si me das).

Pero también la otra evasión, la legal, la de las grandes fortunas, la de las grandes empresas y sus domicilios fiscales, incluso los absurdos paraísos fiscales que, aunque se denominen paraísos, en ellos no entran las personas buenas, sino sólo las ricas, no los honrados sino los que tienen dinero, Pocos, pero muy fuertes.

Las concesiones de obras y servicios que, tras la primera licitación se duplicarán o triplicarán al final, con un reparto, incluso desequilibrado, de beneficios cuyo monto pasa a los Presupuestos Generales del Estado, sacados de nuestros impuestos, lo único, junto con las tasas, que sube una y otra vez en este bendito, exótico y triste país, llamado España.

No es que sea igual, pero se le parece.

Una diferencia. Que aquellos Nobles Ricos (hoy llamada Banca) se han arruinado y lo primero que ha hecho Rajoy es rescatarla, con impuestos de todos los españoles, en vez de rescatar a los parados desahuciados.

2.- REFORMAS POLÍTICAS.

Tomando la renta como criterio dividió al pueblo ateniense en 4 clases sociales (clasificación censitaria):

.- La clase inferior (cuya renta no alcanzaba las 200 medidas.

.- La 2ª clase (cuya renta estaba entre las 200 y 300 medidas)

.- La 3ª clase (cuya renta oscilaba entre las 300 y las 500 medidas)

.- La clase superior (cuya renta era superior a 500 medidas).

Los cargos de Arconte y Tesorero quedaban reservados a los miembros de la clase alta y el resto de los magistrados y cargos públicos  quedaban abiertos, también, a las dos clases inferiores.

Creó, además:

A.- Los Tribunales de Apelación, constituidos por sorteo entre todos los atenienses y del que diría Aristóteles que “cuando el pueblo es dueño del voto se convierte en dueño del gobierno”.

B.- El Consejos de los 400 (100 por cada una de las clases sociales) que serviría como contrapeso y limitación a los poderes del Areópago.

C.- El sistema de sorteo, para contrarrestar la influencia de las familias dominantes, en clanes y fratrías.

El sorteo será uno de los rasgos típicos de la democracia ateniense, tendiendo, así, hacia el igualitarismo.

Solón, tras hacer escribir su código se ausentó de Atenas durante 10 años para obligar a los atenienses a interpretar la ley escrita y atenerse a ella sin recurrir al legislador.

Durante casi 100 años no se retocaría su Constitución, sólo su desarrollo.

Pero cuando volvió a Atenas vivó lo suficiente para presenciar, entristecido, el resurgimiento de los enfrentamientos civiles y el ulterior establecimiento de una tiranía que se prolongaría durante medio siglo (la tiranía de Pisístrato y de su hijo Hipias).

Pero “tiranía” significaba, sólo, “la toma del poder por la fuerza”, pero el tirano solía respetar la legislación vigente y el funcionamiento de las instituciones, aunque procuraran servirse de ella para reforzar su propio poder y neutralizar a las familias nobles rivales.

Fue tan bien aceptada la tiranía de Pisístrato por lo atenienses que aceptarían, de manera normal, a su hijo Hipias como sucesor, ya que durante ella Atenas creció tanto en expansión como en prosperidad.

Olvidamos, a menudo, que “democracia” es, no sólo, la afirmación de que el poder reside en el pueblo, pero que es sólo una, de las muchas, formas de gobernarse (aunque sea “la menos mala”), sino que es, también, “el gobierno por la palabra”, la que garantiza la “libertad de expresión” y que es en el ágora donde, quien quería hablar, puede hacerlo libremente, exponiendo/proponiendo los pros y los contras de ésta o de aquella medida a tomar.

Y cuando la palabra termina y calla es cuando, tras reflexión, llega la decisión de la Asamblea, que votará sí o no, según la convenza o no. tal propuesta o tal otra.

La democracia vive, pues, en la discusión política.

 

1 comentario:

  1. No se ve, en el panorama político de España, ningún Solón, y sí un exceso de "dracones" (desgraciadamente ineptos y corruptos). Lástima.

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