martes, 13 de agosto de 2013

FILOSOFÍA Y CLARIDAD - 2



Decía Ortega que “la claridad es la cortesía del filósofo”. Que también defendía Wittgenstein: “lo que puede ser dicho debe poder ser dicho de manera clara”.

Sin embargo, suele darse un prurito de que la filosofía es un saber tan elevado, tan profundo que debe expresarse de manera oscura, sólo para entendidos y especialistas, cuando lo que debería entenderse a defensores tales como incapaces de exponer su pensamiento de manera clara y sencilla.

La filosofía nunca puede ser responsable ni culpable de la incapacidad de muchos filósofos.

Incluso nuestro Azorín lo decía: “cuando el estilo es oscuro hay motivos para creer que el entendimiento no es neto”.

Heráclito era llamado “el oscuro” y leer a Hegel es hacer ejercicios gimnástico-lingüísticos en ese lenguaje tan enrevesado, y no digamos de Heidegger y su “la nada nadea”.

Pensar bien es hablar y escribir con claridad, como Ortega y es que la filosofía debe bajar a la calle y poder hablarle a los profanos de la calle y no sólo y sobre todo a los académicos, al gremio.

Poner la filosofía al alcance del vulgo no es vulgarizarla.

La filosofía no sólo surgió para “explicar la realidad, huyendo de la debilidad y de la ignorancia del mito, también surgió como “orientadora de vida”.

También hoy, cuando lo tecnológico, lo económico, lo pragmático y lo comercial lo anega todo en un “todo es comprable y todo es vendible”.

La filosofía es gratis, gratificante y gratuita, pero no por eso “des preciable” y sin valor.

Hoy más que nunca necesitamos poder y saber desenmascarar la “Doxa” (opinión vulgar y corriente) de la “Episteme” (conocimiento fundado).

La filosofía debe estar no sólo al servicio del pensamiento, también al servicio de la acción, la filosofía como terapia y como orientadora de vida.

La filosofía como invitación a pensar y actuar reflexivamente, filosóficamente, sacudiéndose tutores interesados en tutoriar.

No sólo saber por saber y para saber, también saber para saber actuar bien.

De nuevo Sócrates:

         .- Maestro: ¿saber?, ¿para qué?

         .- Saber para Obrar bien.

         .- Maestro ¿y Obrar bien?, ¿para qué?

         .- Obrar bien para Ser feliz.

Así se cierra el círculo: Saber – Obrar – Ser – Felicidad.

Y soy consciente de que hay libros de filosofía que, nada más abrirlos, invitan al rechazo y al abandono, pero otros muchos invitan a lo contrario.

Y, precisamente, son muchos los filósofos españoles que invitan a ser leídos.

Quienes quieren venderte “la felicidad en 24 horas” lo único que pretenden es rascarte el bolsillo.

Quienes quieren venderte la filosofía como un consuelo para esta vida, te dejan desconsolado, sin filosofía y, seguramente, con menos dinero en sus bolsillos.

La filosofía no es un padre espiritual que guíe tu vida, es una invitación a que seas tú tu propio jefe, autónomo.

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