lunes, 30 de septiembre de 2013

(16).- EL HUMANISMO EN ESPAÑA.


España miraba (y mira) a Italia a través de las ventanas del litoral catalán y valenciano. Y de Italia procedía ese aire fresco del humanismo.

(Paso por alto (a pesar de la trascendental importancia) del humanismo transalpino. Y aunque Italia fuera su “cuna”, más allá de los Alpes surgieron otras “camas” de no menor importancia. Obvio (pero me refiero) a Erasmo en los Países Bajos, a Rodolfo Agrícola, Reuchlin y Müller (Regiomontano) en Alemania, a Lefèvre d´Etaples en Francia y a Th. Moro en Inglaterra)

El intercambio mercantil, las intensas relaciones políticas y los continuos viajes, entre otras circunstancias, convirtieron a Cataluña y a Valencia en lugares de fácil recepción del humanismo italiano.

1.- En Barcelona, Bernat Metge.

2.- En Valencia Luis Vives (1.492-1.546) es la gran estrella mediterránea.

Desilusionado con el débil ambiente, el bajo nivel y la poca repercusión del humanismo que él profesaba y que intentaba trasmitir emigra a París, donde conocerá y entablara una sólida amistad con Erasmo, así como con Thomas More, que le indujo a aceptar una cátedra en Oxford.

Después, ante el cisma inglés, recalaría en Brujas.

No fue tan creativo ni tan elegante, estilísticamente, como Erasmo. Estaba instalado en “el sentido común”.

Para él, el humanismo no era, fundamental ni principalmente, filológico, ni conceptualmente crítico y demoledor, sino que lo veía como un instrumento al servicio del progreso de la humanidad, en su realidad social y en sus relaciones internacionales.

Ni renunció (como su amigo Th. Moro) a su ideología católica.

Su humanismo no es rompedor, sino conciliador.

3.- En Castilla, fomentado desde la misma corte de la reina Isabel, junto a preceptores italianos como Lucio Marineo Sículo y Pedro Mártir de Anghería, sobresale Elio Antonio de Nebrija, educado en Bolonia, y creador de la Gramática, llegando a ser catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares y colaborador de la Biblia Políglota.

La Universidad de Alcalá había sido fundada por el Cardenal Jiménez de Cisneros, Arzobispo de Toledo, reformador de las órdenes religiosas de España, consejero de los Reyes Católicos y su mano derecha en varias empresas.

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