lunes, 28 de octubre de 2013

EL MITO DE JESÚS (8).


LOS MILAGROS.

Dice el Diccionario de la R.A.E. que milagro es: “un hecho inexplicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino”.

Habría que matizar lo de “inexplicable por las leyes naturales” y añadir que “hasta el día de hoy y con los conocimientos científicos de que disponemos”, porque pudiera ser que mañana o de aquí a X tiempo, al conocer mejor la naturaleza y sus leyes, le encontremos explicación y, entonces, dejaría de ser milagro y estaría de más la intervención sobrenatural de origen divino.

De hecho es lo que ha ocurrido a lo largo de la Historia.

El ámbito del “saber” y el ámbito del “creer” están yuxtapuestos. Si uno crece el otro disminuye y viceversa. Cuando apenas se sabía, se creía mucho. Cuando ya sabemos mucho hemos descabalgado muchas creencias porque ya conocemos los mecanismos naturales.

Por ejemplo, el origen del hombre. Durante siglos afirmando el “creacionismo” y, hoy día, el “evolucionismo”. Dios, en este caso, se nos ha hecho innecesario.

El principio causa-efecto sólo es aplicable a fenómenos relacionados del orden natural (fuego-quemar, lluvia-mojar,…) y llamamos al fenómeno precedente “causa” y al fenómeno consiguiente “efecto”.

Y esto, de tal manera lo tenemos instalado en nuestra mente que, cuando observamos uno vamos buscando al otro y viceversa.

Pero cuando ante un fenómeno “efecto” no damos con el otro fenómeno “causa”, en vez de quedarnos instalados en el “no lo sé”, por “necesidades psicológicas”, para que descanse el ánimo, para que cese la congoja de no saber, damos un “salto” al orden “sobrenatural”, del que nada sabemos y sólo creemos.

Como “todo efecto tiene que tener una causa, si no la encontramos aquí, en el orden natural, tiene que estar allí, en el orden sobrenatural” y ya creemos haberse cumplido el Principio de Causalidad.

El salto que damos no es un salto “lógico”. Lo lógico sería el escepticismo y la afirmación de que “no lo sabemos”, pero damos el salto, lo “creemos” y descansamos.

Además, al atribuir a Dios la causa de tu dicha o de tu desdicha quedas atado a Él. Y rezarás, dándole gracias, por haberte sido propicio y rezarás para que aparte de ti ese cáliz.

Durante tanto tiempo le hemos atribuido a Dios tantas cosas que ahora, cuando sabemos qué es el sol y por qué sale, por qué y cómo vienen los niños al mundo, por qué uno ha caído enfermo y cómo poder curarse,…que ahora, estamos desnudándolo de tanta tarea atribuida y se nos hace como un adorno no necesario para explicarnos el mundo en que vivimos.

Lo estamos despojando de unas ropas con las que, innecesariamente, se lo ha vestido.

Y no es que Dios sobre, es que, para eso no nos hace falta.

¿Y qué decir de los milagros atribuidos a Jesús en los Evangelios? Porque éstos son anteriores a la consideración de revelados, ya que pertenecen a los siglo I y II.

Vaya por delante que la Biblia Cristiana como conjunto de libros revelados por Dios y/o inspirados por Él, que es la que hoy conocemos, fue ensamblada, por primera vez en el Concilio de Hipona, año 393 d.C., que consta de 73 libros, y no más, de los que 46 corresponden al Antiguo Testamento y 27 al Nuevo Testamento, y que esto fue confirmado, unos años después, 397 (muy a finales del siglo IV) en el Concilio de Cartago y nuevamente confirmado en el Concilio de Trento en 1.546 (pero que ya no les afecta a los protestantes).

Si el Nuevo Testamento, en concreto los Evangelios de Marcos (años 65-75) y Lucas (años 80-85) ellos no fueron testigos presenciales de lo que cuentan y Mateo (la redacción definitiva) y el de Juan son cercanos al año 100, aunque fueron testigos presenciales, ¿es creíble su versión de los milagros?

¿Por qué hay demasiadas analogías y usan un lenguaje similar si no es por una cierta transpolación del Antiguo Testamento (conocido por los evangelistas, como por todo judío que se preciara) en los Evangelios del Nuevo Testamento, como si no hubieran sido capaces de desembarazarse  de la manera de describir los milagros?

El Antiguo Testamento acabó de escribirse 400 años antes de que naciera Jesús. Y cuando se recurre a él es para afirmar que ya en los antiguos estaba anunciada la venida del Mesías.

Pero los evangelistas eran los únicos documentos que conocían al escribir sobre Jesús, por lo que irían transfiriendo y poniendo en la cuenta de Jesús eso y más de lo que aparecía en el Antiguo Testamento, sobre todo en los libros más citados (Isaías, Jeremías, los Salmos, Zacarías, Miqueas, Oseas y, para el Apocalipsis, Daniel.

Examinemos qué son los milagros.

Para una mentalidad creyente si las leyes naturales son las que son y son éstas y no otras, es porque Dios así lo ha querido, pero podía haberlo querido de otra manera.

Los milagros son, pues la paralización, el no cumplimiento, la violación de una ley natural, dejándola en suspenso, incluso actuando de manera contraria.

Pero eso sería negar la infinita sabiduría de Dios, que tiene que recurrir a esto, que no lo tenía previsto y que es capaz de desdecirse de los dicho porque sí o porque alguien o muchos se lo piden.

Dios, perfecto, sabio y poderoso, corrigiéndose a Sí mismo, violando su propia voluntad.

Los milagros no son sobrenaturales, sino antinaturales.

Resucitar a los muertos, multiplicar los panes y los peces, convertir el agua en vino, caminar sobre el agua,….

Es Dios dando marcha atrás de su primera decisión sobre la naturaleza.

Tengo en mis apuntes anotados 27 milagros de Jesús (14 curaciones, 5 expulsiones de demonios, 3 resurrecciones, 2 sobre la tempestad (mar y viento) y 3 extraordinarios (panes y peces, pesca milagrosa, agua en vino).

El que una persona para ser elevado a “beato” sea necesario haber hecho un milagro y para llegar a la “santidad” sean necesarios dos….

Afirmar de Jesús tantos milagros (no explicables por la razón) es robustecer la fe en quien se dice ser el autor de ellos. No se trata tanto de comunicar como de confiar, fiarse, creer, seguirlo,….

Se cuenta de San Vicente Ferrer (siglos XIV-XV) que hacía tantos milagros que su obispo se los prohibió. Así que cuando, pasando por una calle, un albañil caía desde el andamio, le dijo: “de momento, párate en el aire”, y hasta que el obispo no le dio permiso para bajarlo, lo tuvo suspendido en el aire.

Contraviniendo la ley de la gravedad. ¿Es/puede ser creíble?

¿Pueden ser considerados históricos unos supuestos acontecimientos contrarios a la naturaleza?

¿Pueden ser considerados milagros todo lo que aún no puede explicarse?

Lo aún inexplicable es inexplicable, ¿pero milagroso?

Si algo tienen los buenos magos es que hacen ver como inexplicable el simple truco que no manifiestan y, por lo tanto no se ve, pero que está.

No hay comentarios:

Publicar un comentario