jueves, 5 de diciembre de 2013

3.1.- “HOMO ETHICUS”


 
El “homo sapiens”, por ser “homo liber”, es “Homo ethicus”.

No descubro nada nuevo si afirmo que padecemos una crisis moral que se manifiesta en la desilusión ante el presente, al que, en el túnel, no se le ve la salida.

La escasez de recursos, que no van donde deberían ir, y se junta el despilfarro y la comida a la basura, de no muchos, con la muerte por inanición de la mitad de la humanidad.

Entre la Razón Teórica (“saber”), la Razón Práctica (“obrar”) y la Razón Técnica/Tecnológica (“hacer”), los gobiernos (y el nuestro también) están apostando por la Tecnología, por llenar el mundo y las instituciones educativas de objetos cada vez más sofisticados con los que poder “hacer” cosas que uno no tiene necesidad de hacer o que no debería hacer.

El viejo Sócrates les repetía a sus seguidores, cuando le preguntaban:

-         Maestro, y ¿SABER para qué?

-         Para poder OBRAR bien.

-         Maestro, ¿y OBRAR bien para qué?

-         Para SER FELIZ.

Ése es el camino correcto en el vivir.

Primero ser SABIO, para, después, ser HONESTO y, como consecuencia, ser FELIZ.

El mundo actual le lleva la contraria, en todo, a Sócrates,

La SABIDURÍA ha sido suplantada por la CIENCIA-TECNOLOGÍA, la HONESTIDAD por el PODER y LA FELICIDAD por la RIQUEZA.

Y así nos va.

Saber leer y escribir, que significaba abandonar la categoría de “analfabeto”, hoy, si no sabes manejar y hacer funcionar los aparatos, eres un analfabeto.

La “honestidad”, en la selva de la vida en la que el hombre es un lobo para el hombre, significa ser “oveja”, estímulo para ser devorado/explotado por cualquier halcón sin escrúpulos.

Y el “ser rico” es el objetivo de todo hombre porque todo, absolutamente todo, tiene un precio, todo ya se ha convertido en mercancía. Todo tiene un precio en dinero.

Padecemos una crisis de “saber”.

Llamamos “verdad” a lo que se dice y vemos en la Televisión. Cualquiera es considerado autoridad. Cualquiera se considera autoridad para hablar de todo. Cualquiera se hace merecedor de confianza y ser seguido y defendido por personas tan ignorantes como él.

“Ha dicho…….que….” y se convierte lo dicho, en verdad porque lo ha dicho….., cuando el argumento de autoridad es el más endeble de todos los argumentos.

Y si no es el argumento de autoridad individual es el “consensus omnium”, la unanimidad, el consentimiento de todos, olvidándose de Galileo.

Y a la “crisis de conocimiento” le sigue “la crisis moral”. El “eso será para ti”, el “todo es relativo”, el “todo vale”, como si todo valiese igual.

Co esta ausencia de principios morales es imposible hacer “revoluciones”. Cada uno, por su cuenta, se apunta a aquello en lo que divisa o presiente que pueda haber alguna ventaja.

No se actúa tanto por convicción como por reacción. Da igual lo que mi adversario diga o haga, yo lo contrario, sin parar a sopesar razones o argumentos.

Cuando veo en Televisión a algún político, de cualquier partido, suelo contar las veces que habla mal del otro o de los otros partidos. Como si al suyo lo hiciera bueno lo malo de los demás.

Estamos rodeados, sitiados, por los objetos, promesas de felicidad antes de adquirirlos y para cuya adquisición es necesario desvivirse,

El “tener” ha desplazado al “ser” y el “maquillaje” a la “realidad”. La “realidad” es la “apariencia”.

La “honradez” ya no vende.

Crisis de valores.

¿CRISIS? ¿QUÉ CRISIS?

Policlisis es la enfermedad que padecemos.

Sólo “con la crisis de conocimientos y crisis moral que padecemos, es imposible hacer revoluciones, a lo más lejos que se llega es a hacer motines, mítines, manifestaciones, algaradas, escarches,… no dan para más”.

Lo que se muestra no hace falta demostrarlo. Ahí están, pendiendo sobre nuestras cabezas, vaciándonos el bolsillo (si es que queda algo) y congelándonos la sangre (si es que queda alguna líquida), la crisis económica y la crisis política (presentes en desayunos, comidas, cenas y hasta en meriendas en el campo los fines de semana).

¿Crisis de conocimientos? No hay más que comprobar que en nuestra joven e inmadura democracia ya vamos por la 7ª Ley de Enseñanza que, según algunos es un aborto porque “ya nace muerta”. Y se supone que una nueva Ley es para mejorar la anterior.

Pero ¿y la crisis moral? Se refleja en el día a día. No hay más que ver a los jóvenes, instalados en la desilusión del presente, al que no se le ve salida (alguna veía “brotes verdes” y otros ven “la luz al final del túnel” (pero que no nos dicen cuantos Kilómetros tiene o cuantos años va a tardar en llegar esa luz, si es que es luz y no alucinación).

¿Y el futuro? No es que se vea negro, es que no se ve de color alguno porque no se ve futuro.

¿Y el pasado? ¿Para qué sirve revivirlo si no va a servir para nada, sino para recordarnos a Jorge Manrique?

Pongamos ante la gente estos tres Ideales: Sabiduría, Honradez y Riqueza.

Casi unanimidad que la 3ª es la 1ª, la segunda para algún utópico que todavía cree en el Ángel de la Guarda.

¿Y la Sabiduría? ¿Y eso qué es?

La “polis” (sociedad) necesita “buenos políticos”.

La “humanidad necesita “hombres buenos”.

Una “buena política” es capaz de conseguir unos ciudadanos que lleguen a amar a su “ciudad”, cumpliendo sus leyes.

Pero sólo la “Ética” puede formar “hombres buenos”.

¿Nuestra política? Me ahorro descalificaciones.

¿Nuestra Ética?

¿Dónde está la Ética, Sr. WERT?

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