jueves, 19 de diciembre de 2013

y 3.11.- ¿MORAL Y/O ÉTICA?

Todas nuestras acciones (no las que sólo podamos hacer) en cuanto que son conscientes, voluntarias y libres, independientemente de que caigan bajo el ámbito psicológico y afecten al ámbito económico, caen bajo el campo de la moral, al estar dirigidas o desviadas de la preservación de la propia existencia y, por lo tanto de la especie a la que pertenezco.

Todo lo que hago me afecta a mí y mi especie, en mayor o menor grado, al hacer esto y no lo otro o al hacerlo mejor o peor.

Antes de que esa operación sea hecha buscando el placer o huyendo del dolor, está la operación misma, que me corresponde. El placer y el dolor consecuente serán consecuencias.

Ni tampoco el que obremos egoístamente o altruistamente, es la misma obra, previa a la finalidad.

Esa obra la pongo yo, es mía, me pertenece, soy responsable de ella (por lo tanto, también de sus consecuencias).

Es Kant. “Al obrar, obra de tal manera que mis acciones puedan contribuir a la preservación en la existencia de los sujetos humanos (y yo estoy entre ellos)”

Y decimos de los “sujetos humanos” sin especificar si son fetos, si son monstruos, si son enfermos irrecuperables, si son débiles mentales profundos.

Esta especificación irá mostrándose a lo largo de la historia según sea su desarrollo social, económico,…

El primer principio de la moral vendrá expresado así: “Debes obrar de tal manera que tus acciones vayan ordenadas a la preservación de la existencia de los individuos en cuanto que son parte de la sociedad”.

Entre esos individuos estoy yo y también me afecta el todo (la sociedad) de la que formo parte.

Terencio había sentenciado: “Homo sum et nihil humani alienum puto” (“Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”).

Pero esa sentencia presupone haber establecido, previamente, que “lo que me es ajeno no es humano”.

La primera y previa condición a la acción de un terrorista de ETA, por ejemplo, o de un conquistador español en la América colombina era la consideración de “no hombres” de todo aquel español no vasco o de los indios a conquistar.

Por lo que su dolor les era ajeno, porque no eran hombres.

Y como lo “más humano” que tenemos a mano es la familia, ese será el primer ámbito de la moral (criar, alimentar, cuidar, educar,…a sus hijos).

No sólo salvar mi existencia y la de los míos, también la de “todos” los hombres, la de la humanidad.

Pero ocurre que “la humanidad” comenzó siendo “mi tribu”, “mi clase”, “mi ciudad”…

La esfera “individual”, “familiar”, “política-ciudadana”, “humana”.

Los términos “ética” y “moral” sólo superficialmente pueden ser considerados sinónimos.

Algunos pretenden que estamos ante dos nombres distintos para designar la misma idea. Algo así como usar los términos “oftalmólogo” u “oculista”. Mientras el término de raíz griega “oftalmólogo” correspondería a la “Ética” y pertenecería al vocabulario de minorías cultas, el término de raíz latina “oculista” correspondería a la “Moral” y sería propio del vocabulario popular.

(Es curioso que, políticamente, el término “ética” lo usen más los de izquierda, mientras “moral” sea el preferido por la derecha)

Otros, al definir la Ética como “tratado de la moralidad” están afirmando que, por ejemplo, la Ética sería como la Geografía. Mientras que la Moral sería el territorio, o como gramática y lenguaje, o como biología y vida.

Cuando se utiliza el término “moral” se supone, siempre, la presión de unas normas sociales dadas (“mores” = “costumbres”), y así tendríamos: moral burguesa, moral tradicional, moral cristiana, moral terrorista, moral medieval,…

Mientras que al usar el término “ético” estaríamos refiriendo a algo que procede del interior, del “Ethos” o “carácter o forma de ser” de cada uno. “Lo hice por motivos éticos”, porque así me lo mostraba mi conciencia, no sería lo mismo que “lo hice por motivos morales”. por presión exterior, presión social.

“Obrar en conciencia” (Ética) no sería lo mismo que “obrar por presión social” (Moral).

En Psicología se define “conciencia” como “darse cuenta de”. ¿Pero de qué?

La conciencia es referencial, hace/tiene que hacer referencia a algo. No puede uno “darse cuenta de nada”, tiene que ser “de algo”.

La Ética tiene que ver con el individuo en cuanto individuo, la Moral, en cambio, tiene que ver con los individuos pero en cuanto sociales o ciudadanos, en cuanto formando partes de un todo.

Los deberes éticos tendrían que ver con los deberes relativos a los individuos en cuanto tales, mientras los deberes morales tendrían que ver con la existencia de esos mismos individuos pero en tanto son partes de totalidades.

La Ética comienza por los grupos familiares pero debe extenderse a “todos” los hombres.

El mal ético por excelencia es el asesinato (dejemos a parte a la eutanasia). Pero también son males éticos la traición, la dobles, la mentira.

La desatención al propio cuerpo, a la salud propia, es también un delito ético.

La medicina es una actividad que está incluida entre las virtudes éticas.

La Ética es al médico (mi cuerpo, yo como ser corpóreo) como la moral es al político (yo como ciudadano).

Una acción o conducta es moral cuando se ordena a la existencia del individuo pero en tanto él es miembro de un grupo social.

Luego puede ser moral un acto orientado a eliminar a un individuo dado.

Imaginarse una situación que bien pudo ser real, durante la guerra mundial:

“Un soldado que, habiendo caído en una familia del país enemigo es protegido por algún miembro de esa familia: los deberes morales (políticos, patrióticos) obligan a entregar al soldado; los deberes éticos, en cambio, obligan a protegerle.

Así, el sistema de la moral epicúrea sería el desarrollo de la Ética, mientras el sistema de la moral estoica sería el desarrollo de la Moral.

No cabe, pues, suponer que las virtudes éticas fueran las virtudes primarias y que sobre ellas fuesen interponiéndose las virtudes morales, que las limitan.

El “mito del buen salvaje”, lleno de virtudes éticas en su estado de naturaleza y corrompido por las costumbres o normas morales de la civilización es sólo un mito.

En el estado de ese “buen salvaje” (por ejemplo, el pitecántropo) no podría hablarse, sino sólo de manera rudimentaria, de ética y de moral.

El juicio ético y moral no es intuitivo, exige pensar, razonar.

El “dictado de mi conciencia” si no se apoya en argumentos racionales carece de todo significado moral o ético, aunque tenga un claro significado psicológico y social.

 

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