martes, 20 de mayo de 2014

8.- 22 - B.- MÍSTICA.


 
Mística o repliegue al mundo interior de cada uno.

Es otra de las salidas al sufrimiento, esclavitud, pobreza, miseria,… de la sociedad en que se vive.

Replegarse y buscar la felicidad y la salvación, no esperarlas hasta morirse por encontrarse, ellas, más allá de la muerte.

El místico, huyendo y saliéndose, apartándose de este mundo, procura su salvación no por medio de una acción colectiva subversiva contra el mundo que lo rodea (como los mesianismos), sino por la vía de un regreso y refugio en la interioridad personal del creyente.

Quien esto escribe defendió su tesina sobre el dicho, la sentencia agustiniana: “Noli FORAS (mundo exterior) ire, REDDE te ipsum, in interiore homine (mundo interior) habitat veritas et, post TRASCENDE  te ipsum (mundo divino).

No “fuera” (el mundo), sí “dentro” (el yo) para, desde aquí, “arriba” (Dios).

La Mística es una (no la única) forma de religión, consistente en interiorizar (no exteriorizar) las diferentes acciones de la religión.

En la Religión Mística no hay otro templo que el propio cuerpo humano, el corazón del hombre.

El verdadero santuario de la Religión Mística es “el hombre”, es la entrega de un corazón puro, incontaminado por lo profano.

En ella no hay mitos que proclamar ni ritos externos que expresar.

Al relato épico del mito lo substituye la contemplación interior, la meditación de su verdad eterna.

El culto externo es reemplazado por la oración callada, en un lenguaje interior, en comunicación con la divinidad.

No son necesarias oraciones habladas ni discursos.

Es el silencio meditativo el lazo de unión con la divinidad o la palabra mil veces repetida: “Dios”, “Dios, “Dios”,….o como el místico hindú mil veces repite: “Om”, “Om”, “Om”….

En esa única palabra sagrada se concentra y descansa toda la religión mística, expresando, así, el reconocimiento de la unión con lo absoluto.

El lenguaje místico es semejante al lenguaje metafísico de los filósofos con la diferencia en que éstos se preocupan por conocer la verdad mientras el místico está preocupado por la salvación.

La Mística es una búsqueda religiosa de liberación de las ataduras del mundo en la vida presente mediante la unión y, a veces, fusión con la divinidad, fuente de salvación.

Mientras cada religión tiene sus propios mitos, creencias, doctrinas,…en la mística coinciden o casi coinciden en lo nuclear de ella.

Pero para llegar a la Mística es necesario el paso previo de la Ascética, apartándose del mundo, retirándose al desierto (los anacoretas o solitarios) o ingresando en el convento o cenobio (en comunidad).

Estamos refiriéndonos al “monacato”.

Anacoretas y monjes buscan lo mismo (una vez renunciando al mundo), “la unión mística con la realidad suprema”, aunque por caminos diferentes.

Puede, así, llegarse al estado de plenitud, al que llegan muy pocos, los “hombres perfectos”, los que ya alcanzaron la suprema unión, y que en Oriente son los “yoguis”, los que están en posesión y dominio de las técnicas del yoga en sus 8 grados que, naturalmente, son poquísimos los que llegan a ello.

Pero, en muchas religiones, lo fundamental de la actitud mística está, también, en la piedad popular o la devoción sincera de las multitudes, entregadas.

La oración privada e intensa, en actitud concentrada, así como el sentimiento religioso, en general (“los/las beatos/as”) pueden considerarse, aunque devaluadas, formas místicas rudimentarias y muy extendidas de la búsqueda de salvación.

Si comparamos un místico occidental cristiano, como Eckhart (siglo XIII-XIV) con un místico oriental, como Shankara (siglo VIII-IX), hinduista, ciertos rasgos son comunes o afines:

Mientras en Eckhart es la unidad e identidad del alma con la divinidad en Shankara es la unidad e identidad del “atman” del individuo con el “brahman” o espíritu cósmico, realidad última de todo ser.

A veces es la poesía (o también la música) una expresión mística (recordemos a nuestro San Juan de la Cruz y su poesía sublime).

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