lunes, 19 de mayo de 2014

8.- 22- A MESIANISMO.


8.- 22 –A  MESIANISMO.

 

Ante la dura y cruel realidad pueden darse, al menos, tres posiciones o tomas de decisión:

 

1.- Atajar y atacar directamente esa realidad con la finalidad de cambiarla y hacerla vivible, llegando, si fuera necesario, a tomar las armas, a la guerra. Es la posición MESIÁNICA.

 

2.- Huir de ella para no dejarse atrapar, refugiándose en el interior de uno mismo y, desde allí, entrar en contacto con la divinidad. Es la postura MÍSTICA.

 

3.- Es la vía ÉTICA, a través del comportamiento ético-moral, guiándose por la Razón (Ética) o por la Religión (Moral) y, desde dentro de ella irla cambiando poco a poco, con la intervención y/o con el ejemplo.

 

Si el “Mesías” es el “ungido por Dios” para enderezar y enseñarles a los hombres el camino recto, durante su vida, prometiendo la vida eterna, los “Mesianismos” son movimientos religiosos ordenados a una salvación ya en esta vida, para este mundo, no para después de la muerte, y poseen caracteres peculiares.

Puesto que existen personas, grupos, pueblos enteros, subyugados y malviviendo en condiciones insoportables, maltratados por la vida, lo que se proponen los Mesianismos es sacarlos de esas míseras condiciones, de hambre, de esclavitud, de pobreza, de falta de libertad,…

Esta salvación mesiánica es histórica, ocurre en todos los tiempos, pero en el interior de la vida terrena, interviniendo en ella, no siendo exterior a ella.

La única manera de que el cerebro se alimente y se nutra de verdades es que el estómago esté lleno. Demasiados problemas tiene el hambriento de pan como para preocuparse de alimentarse de ideas.

La única manera de ser libre es estar, previamente, liberado de toda atadura, social, política, ideológica,…que lo mantienen encadenado.

No es una salvación para “después”, sino para el “ahora”, y no es “individual” sino colectiva, de todo un grupo, de un pueblo, de una clase social…

Como la manera de que “Dios te ayude” es que uno mismo comience a ayudarse a sí mismo, habrá que crear las condiciones para que Dios pueda intervenir.

Los “mesianismos” no son sólo sociales y/o políticos (aunque también), sino “totales” y producidos por Dios o por poderes sobrenaturales, pero no esperando, pasivamente, a que se produzca, sólo rezando e invocando, sino actuando activamente para crear las condiciones.

Dios no te cambia ni te libera, por su cuenta, sin contar contigo, Dios sólo te ayuda en tu lucha para cambiar, para liberarte, pero el primer paso tienes que darlo tú.

El milagro sólo se produce cuando se dan las condiciones adecuadas y, para ello, tendrá que luchar y oponerse al orden social establecido, causante de su miseria.

Por lo general los “mesianismos” son revolucionarios.

Imaginémonos las grandes religiones, originales del Oriente Próximo (Judaísmo, Cristianismo e Islamismo) y el papel tan fundamental que han representado en los diversos momentos de la historia y en los diversos espacios geográficos.

Recordemos la Europa Medieval, tanto cristiana como musulmana.

El Yahvé bíblico del Antiguo Testamento es un Dios guerrero, beligerante, “Señor Dios de los ejércitos”, que da órdenes terribles de matar a los enemigos, incluso a mujeres, ancianos y niños, que toma parte y partido en la historia, que lucha a favor de un minúsculo pueblo (el de Israel) exiliado y/o esclavizado por los poderosos imperios vecinos y que promete instaurar un reino de paz y justicia pero (celoso total) con tal de que no adoren a otro dios.

El propio Jesús, en un país dominado por la Roma Imperial, fue visto como un mesías, ungido y enviado por Dios, y se esperaba de Él que se pusiera al frente de una oposición contra Roma y liberar al pueblo de Israel de la sumisión.

Pero no cumplió la expectativas de “mesías” porque su evangelio o buena nueva no era instaurar un nuevo reino sino prometer el reino de los cielos a los pobres, a los enfermos,… a los que declara “bienaventurados” “porque de ellos será el reino de los cielos” opuesto, totalmente, a este reino de la tierra.

¿Qué de extrañar la sentencia de Pilatos: “no veo causa alguna para condenarlo” porque no encajaba en el papel de un “mesías” en un pueblo sometido”?

Además de que el mesianismo de Jesús no es violento (“envaina esa espada, porque el que a espada mata a espada muere” –le dice a quien intenta defenderlo de ser apresado por los romanos).

Sí sería, luego, violento (y mucho) el cristianismo posterior de la Edad Media, con sus intentos de expansión para recuperar los santos lugares, con las varias “santas cruzadas”.

Un cristianismo expansionista, violento, perseguidor, monopolista y predicador del “único Dios verdadero”, excluyente,… amenazando con la inminente llegada de la segunda (y última venida) de Dios y el fin del mundo.

(En este mismo blog colgué (no sé cuando) una entrada con el título de “Los horrores del año mil”), con la conmoción y la congoja que produjo en el pueblo llano, inculto y crédulo.

Estoy refiriéndome al “milenarismo”

No haría falta (o sí) recordar las “santas cruzadas” cristianas, guerreras, o la guerra santa islámica (aún hoy) y cómo influyeron en la expansión de sus territorios, al grito de “Dios lo quiere” y garantizada, en caso de muerte, la salvación eterna, creyendo y predicando que esa era la voluntad de Dios o la promesa de no sé cuantas huríes vírgenes a quienes poder desflorar si se moría matando en la “guerra santa”.

Porque para poder levantar el nuevo edificio, proyectado en la mente, de una futura sociedad de paz y bienestar, de libertad, es necesario derribar el edificio actual de la sociedad reinante, opresora….

Aunque, muchas veces, no sólo no se consiguiese, o quedara sólo el solar, sino que el nuevo edificio social, recién construido, fuera un error y un horror, al menos para la mitad de la población (Jomeini, Irán, las mujeres).

No sólo el pueblo hebreo, el cristiano y el islámico, sino hasta grupos concretos o personajes individuales que empuñan la bandera y encuentran tras sí mucha gente que le sigue (de nuevo Jomeini, o Lenin,….)

Todos los mesianismos coinciden en la percepción de un mundo que les resulta horroroso, causa de las desgracias que se sufre por doquier, y la nostalgia de un mundo perfecto y posible.

El mesianismo puede ser llevado a la práctica por todo un pueblo, pero no sólo por su sentimiento y celo religioso, sino por sentirse maltratado al no ser reconocida su identidad como pueblo, que se manifiesta en sus diferencias de lengua, de tradiciones, de cultura, de historia, incluso de límites geográficos.

O puede ser intentado por una clase social (la clase trabajadora), que se siente explotada por sus explotadores, los capitalistas, con el objetivo de, tras algún paréntesis, llegar a una “sociedad sin clases” en la que, ya no “a cada uno según su trabajo” (paso intermedio), sino “a cada uno según sus necesidades” (objetivo final).

Incluso dentro de una misma iglesia los reformadores (Lutero, Calvino,…) que, horrorizados por la degradación general de la Iglesia, por sus abusos, por la desorganización del conjunto, hasta pueden buscar en el pasado, en la tradición, la solución (los “tradicionalismos”) como la manera de reestablecer el orden y los valores que han ido desvalorizándose.

Los mesianismos son movimientos que se mueven en/entre los ámbitos de la religión y la lucha social.

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