jueves, 11 de diciembre de 2014

ISLÁMICOS E ISLAMISTAS.


         Reza un adagio latino: “nunquam affirmes, raro neges, semper distingue”.

         Tomar el Catolicismo como un bloque homogéneo y compacto es firmar el disparate y vivir en el desconcierto.
         Dentro del catolicismo no es igual el Opus Dei que el Padre Ángel o el ya fallecido V. Ferrer, no es lo mismo la teología del teólogo Ratzinger que la de Ellacuría o la de los teólogos de la liberación; no es igual el Colegio Cardenalicio que la madre Teresa de Calcuta. Y todos están dentro del Catolicismo.

         “Semper distingue”.

         Igual ocurre con el Islamismo.
No es igual el islamismo moderado del gobierno turco que el islamismo radical de los talibanes.
         Solemos cometer la falacia de tomar como el todo lo que sólo es una parte. Como si todo el islamismo fuera talibán.

         Tampoco es igual una religión que acepte, como normal, la separación de los órdenes político y religioso que otra que sólo concibe la fusión de ambos de tal manera que sólo admita la Ley Islámica como el único marco regulador de la política, de la economía, de la cultura, de la educación, de la sociedad…
Es aquella religión que dice: “El Islamismo es el que más y mejor cumple con los derechos humanos porque los derechos humanos son los que están en el Islamismo”.

         Hay un Islamismo radical y violento, pero no todo Islamismo lo es. Como hay un Opus, unos Legionarios de Cristo y unos Kikos pero no todos los católicos son del Opus o Kikos o Legionarios de Cristo.
         La fuerza del Islamismo (no el Islamismo, que es muy anterior) surgió como reacción a la colonización, a la occidentalización, al laicismo occidentalizante.
         Ocupar el territorio, copar las fuentes de riqueza, convertir en mera mano de obra barata a los dueños de las mismas…. ¿también ocupación mental y cordial?
         El punto de unión para hacer frente a esa invasión total, física y mental, era y fue la religión islámica, que predicó e hizo ver a Occidente y a su cultura, a su forma de pensar y de vivir como  una fuerza destructiva, atacante, bien directamente (viendo su religión como un atraso) o bien indirectamente (por desgaste paulatino en el hacer diario, no en contra de la religión sino al margen de ella, prescindiendo de ella).
No ver a Occidente como un veneno mortal, sino como un disolvente letal y lento.
Occidente es el enemigo a batir.
Porque lo más opuesto al amor no es el odio, sino la indiferencia.
“El mayor desprecio es no hacer aprecio”.

         Reivindicaban, como fuera, “su” religión, en “su” tierra, para todos los “suyos”.

         Pero mientras en unos países se intensificó el islamismo fundamentalista, que propugnaba una política religiosa o una religión política o la puesta en práctica de El Corán (libro religioso, moral, social, político…) como código civil, penal…. en otros triunfa un nacionalismo laicista, un islamismo moderado, respetuoso con la religión, pero con separación de ámbitos: el religioso para la vida privada y el  legal para la vida pública. No oponerse a la religión, pero tampoco apoyarse ni basarse en ella, contemplándola como posible opción individual, personal. Cada persona caerá bajo el paraguas de la religión elegida, pero todos caen bajo el peso de la ley.

         Sólo cuando en estos países moderados el islamismo fundamentalista prende en ciertos sectores y, no sólo no se conforma, se opone al orden legal vigente, con la violencia, muchas veces indiscriminada, es cuando sufrirá la represión por parte del poder civil.

         Este fundamentalismo islamista considera a las sociedades islámicas sumidas, todavía, en la ignorancia preislámica y considera como legítimos sólo a los estados teocráticos, defendiendo la Yihad, en la interpretación moderna, actualizada, de “guerra santa”  ya no para conquistar los lugares ocupados por el cristianismo medieval, sino contra ese otro nuevo enemigo, la cultura paganizante y disolvente occidental, con todo lo que a ella va unido, desde el vestido a la educación, desde el papel de la mujer en el sociedad a la consideración del matrimonio, desde…. hasta….
        
Si la Yihad fue una lucha interna del individuo consigo mismo, para dominar las fuerzas negativas, destructivas y ayudar, así, al triunfo del bien, en la nueva versión el enemigo es el no musulmán y la lucha es la violencia.

         Una corriente islámica que accedió al poder fue el wahabismo, que tenía como referentes a los primeros seguidores de Mahoma, siguiendo estrictamente las fuentes sagradas y que, hoy, es la creencia oficial de Arabia Saudí, que es la que apoya y financia la expansión de esta corriente por todo el mundo, con la ingente base económica de que dispone con los beneficios económicos de la explotación del petróleo.
        
Aquí fue donde, hace algunos años, nuestro Ministro de Justicia, socialista, fue invitado a dar una conferencia y, ante la negativa gubernamental de permitir la entrada a la misma de las mujeres periodistas españolas, renunció a dar la conferencia, por la exclusión machista.
        
Pero, hoy, Arabia Saudí es fuertemente cuestionada por muchas naciones islámicas debido a su laxitud y a su connivencia con el mundo occidental.

         A la consideración de los occidentales como invasores de “sus” tierras y explotadores de “sus” riquezas, se unió el fracaso de los gobiernos-títeres, en general dictatoriales, propiciados y apoyados por las potencias de ocupación y que mostraron su incapacidad de sacar a sus gentes de la pobreza viviendo, como vivían, en una tierra colmada de riqueza.
Así, al desencanto inicial sucedió la oposición, que se convertiría en odio. Y el nexo de unión entre todos los desencantados-opositores fue la religión.
No que los occidentales lucharan contra ella, es que los practicantes religiosos contemplaban cómo iba desnutriéndose, por inanición.
Cómo los antiguos cimientos, sólidos, estaban licuándose.
         Los gobiernos-títeres se habían mostrado incapaces  de clarificar y de delimitar los ámbitos religioso y civil.

         Todavía dura, perdura y se encona, tras más de 60 años, el caso palestino.
         La creación del estado de Israel, en 1947, con la propuesta, la orden y la bendición occidental de la ubicación del nuevo estado dentro del estado palestino, aquí está, enquistado aún el problema. Problema fundamentalmente político, pero cuyo combustible “problemático” en su mantenimiento es de base religiosa.

         ¿Qué pasó en Irán con el ayahtola Jomeini, el régimen occidentalizado del Sha de Persia, Rezza Palhevi y la nueva República Islámica, un estado teocrático?

         Ahí tuvimos a Irak, temeroso de perder el control del petróleo en el Golfo, invadiendo Irán, para pararle sus ansias expansionistas, con ayuda militar tanto de U.S.A. como de la Unión Soviética, contando con el respaldo de Arabia Saudí y…. ¡quien la ha visto y quien la ve¡. ¡Las vueltas que da la vida¡

         ¿Qué ocurrió con Afganistán, apoyado por la atea y comunista Unión Soviética, y posteriormente invadida por ella, y la ayuda de U.S.A. al movimiento revolucionario antisoviético?.
        
Pero ¡ironías de la vida o del destino¡, expulsados los soviéticos, los talibanes (estudiantes islamistas  radicales , producto de las madrazas o escuelas coránicas sunníes paquistaníes, apoyadas por Arabia Saudí)  se hacen con el poder.
         Estos estudiantes hacían/hacen una lectura rigurosa del Islam y tienen como objetivo la constitución de un estado radical, fundamentado en la Sharia.

         Irak invadió Kuwait en 1990. Arabia Saudí, oliendo el peligro, permitió en sus tierras la presencia de tropas estadounidenses y esto, en el país de los lugares sagrados de Medina y La Meca, exacerbaría los ánimos de los islamistas.
        
Y aquí estaba Osama Bin Laden, de la familia saudí, pero antisaudí, tanto por la “corrupción moral” de la dinastía como por su cercanía a U.S.A.
         Bin Laden, partidario de la Yihad en sentido militar para expandir el islamismo y padre de Al Qaeda.
Y todos sabemos cómo se acabó con él.
¿Lo sabemos?

         ¿Y Argelia?. En unas elecciones libres triunfó el Frente Islámico de Salvación (el F.I.S.) pero un golpe militar correspondiente y oportuno, ad hoc, le impidió tomar el poder. De este F.I.S. y separándose de él, saldría el G.I.A. (Grupo Islámico Armado), con infinidad de atentados, antes y ahora.

         Siempre la Religión, como puente entre las naciones de Oriente, como punto de unión, como elemento aglutinador.
        
         La Religión Islámica Radical como frente antioccidental y extremista, violento, que hace que los occidentales tengamos que estar en guardia de manera permanente.


(Seguirá, no sé cómo ni cuándo, pero seguirá)

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