miércoles, 18 de febrero de 2015

LAS TRES RELIGIONES DE "EL LIBRO": EL JUDAÍSMO (3)



HISTORIA.

La Historia de los judíos está narrada e interpretada religiosamente en la Torá.
Comienza con Abrahán, un pastor sumerio que salió de Ur y llegó a Palestina.
En la época de los Patriarcas (Abrahán, Isaac y Jacob) el pueblo judío no era sino unas cuantas tribus nómadas unidas por la fe en un Dios.

Buscando mejores condiciones de vida, los 12 hijos de Jacob emigraron a Egipto, hacia el 1.600 a.C. y allí estuvieron, en el delta del Nilo, durante 400 años, sometidos a trabajos forzados como esclavos y salieron de la opresión del faraón Ramsés II (siglo XIII a.C,) mediante una tumultuosa salida de Egipto (“Éxodo”) guiados por Moisés, pasaron el Mar Rojo, huyendo del ejército del faraón, en el convencimiento de que estaban haciéndolo ayudados por su Dios.
Atravesaron el desierto dirigiéndose a Canaán (hoy Israel), la tierra prometida por Dios a Abrahán, para su descendencia (que, aunque viejo, tendría un hijo, Isaac al que (parece una contradicción) le ordena que se lo sacrifique y que sus descendientes serían como “las estrellas del cielo”, según la promesa a Abrahán).

Fue en el desierto cuando los hebreos se organizaron como pueblo, comprometiéndose a cumplir la Ley de Dios promulgada por Moisés en el Sinaí (“Las doce tablas”), unidos con un Pacto de Alianza con Él (“sólo Yo seré vuestro Dios” y compromiso de velar por el pueblo)

Tras 40 años de marcha por el desierto, el sucesor de Moisés, Josué, tras pasar el río Jordán y tomar Jericó, conquistó la Tierra Prometida de Canaán, llamada también Palestina, que distribuyó entre las 12 tribus de Israel.
Esta conquista fue vista por el pueblo como el cumplimiento de la promesa hecha a Abrahán.

Para defenderse de los enemigos, interpretados como castigo de Dios, las tribus se unen en torno a un Jefe o Juez, el último de los cuales, Samuel, dio a Israel su primer rey, Saúl.
Después vendría David (vencedor del gigante Goliat, filisteo, la Franja de Gaza), que hizo de Jerusalén la “Ciudad de David” y, posteriormente, Salomón, que construyó el primer Templo, emulando los templos de Egipto y Babilonia, y en el que se entronizó el Arca de la Alianza, como signo de la presencia de Dios.
Pero Salomón fue infiel a la Alianza con Dios y cayó en la idolatría de dioses extranjeros.

A la muerte de Salomón, Palestina, cuyas 12 tribus se habían unificado políticamente hacia el año 1.030 a.C., un siglo después se produce la división de Palestina en dos reinos: el de Judá, al sur, que comprendía las tribus de Judá y Benjamín, y en el que se encuentra Belén y Jerusalén, y el de Israel, al norte, con las 10 tribus restantes, y donde está Samaria.
En ambos reinos el pueblo fue infiel a la Alianza y es la época en que los profetas claman por mantener viva la fe en el Dios de Abrahán.

El reino de Israel sería destruido por los asirios y sus habitantes desterrados a Nínive.
Igualmente, el año 587 a.C. con Nabucodonosor II, rey de Babilonia, cayó el reino de Judá, conquistando Jerusalén (su capital), destruyendo el Templo y sus habitantes serían llevados cautivos a Babilonia (“el cautiverio de Babilonia”).

Los judíos tendrían que acostumbrarse a vivir sin Templo y en medio de una sociedad pagana y sin dejar de ser fieles a la Alianza.
Guardaban el Sábado, celebraban la Pascua, se reunían cada semana para la oración y para escuchar lecturas de la Torá.

Ambos hechos (destierros y/o cautiverios) serían interpretados como castigo de Dios

Los profetas animan a los exiliados e Isaías predica la promesa del Mesías, del Salvador, del Emmanuel o “Dios con nosotros”, alentando su esperanza y Ezequiel, el “profeta del exilio”, propone una nueva moralidad y una nueva Alianza con Dios, purificando su fe religiosa (“la intención es más importante que la observancia externa de la Ley”, “ser justos es lo más agradable a Dios”, “el futuro de salvación definitiva, que  se cumplirá en los tiempos del Mesías de Dios”)

El 539 el príncipe persa Ciro conquista Babilonia y el segundo sucesor del mismo, Darío I, decreta el retorno de los judíos a  Palestina, año 520 a.C.
Durante dos siglos, y bajo el dominio persa, se reconstruye el Templo, con la aprobación de Darío I. Así la religión judía recupera su antiguo esplendor. Termina la época de los profetas y se abre la época de los escribas (“rabí” – “rabinos”), los legisladores y los doctores de la Ley.

El año 332 a.C. Alejandro Magno conquista Palestina, viviendo bajo el gobierno de los griegos, pero sin hostilidad, entrando en contacto con la cultura griega, traduciéndose al griego la Biblia Hebrea (“versión de los 70”).

Los Macabeos se rebelan contra el monarca sirio Antíoco IV y sucesores (años 167-100 a.C,) hasta el año 63 a.C. en que el romano Pompeyo toma Jerusalén y Judea se transforma en una provincia del Imperio Romano.

Es cuando se acrecienta la expectativa de los judíos por la venida del Mesías para la liberación de Israel.

Hace 2.000 años apareció Jesús, que se proclamó Mesías, pero los dirigentes del pueblo judío no lo reconocieron como tal.


Siguen esperando al Mesías.

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