lunes, 6 de abril de 2015

(3) RENACIMIENTO. MENTALIDAD MÍTICO-RELIGIOSA Y MENTALIDAD FILOSÓFICO-CIENTÍFICA.


(1) EL HOMBRE PROTAGONISTA DE SU DESTINO

        Dice Pico, citando a Eurípides, “la suerte es hija del alma”, es decir, el destino no desciende de lo alto, no está determinado por nada ni por nadie, surge de uno mismo.
        Si el hombre medieval era estático, mero espectador de la naturaleza y que confía en Dios, su creador, el hombre renacentista, por el contrario, es dinámico, confía en sí mismo, en sus fuerzas y se cree artífice de su destino.

        En eso consiste su Grandeza y su Dignidad. Hamlet lo expresa magistralmente: “¡Qué obra maestra es el hombre¡, ¡qué noble de razón¡, qué infinito de facultades; en forma y en movimiento ¡qué pronto y admirable¡; en acción, ¡qué parecido a un ángel¡; en entendimiento ¡qué parecido a un dios¡”

        Pero la mejor exposición de este asunto está en Pico de la Mirandola, en su Oración sobre la dignidad del hombre”
                        (TEXTO PÁGS 156-158)

que me trae a la memoria a Platón en el Protágoras y el mito de Prometeo.
        Es la nueva imagen del hombre, ese “gran milagro y animal admirable”.
        Su privilegio es no ocupar un lugar privilegiado, pero ser capaz de ocuparlos todos. Su lugar es no tener un lugar concreto. Su Grandeza NO depende de su ser sino de su LIBERTAD para hacerse a su gusto, esculpirse, modelarse. Y, por ser LIBRE es RESPONSABLE de su hacer y de su ser. Libre y Responsable de sí.

        Dios lo crea para que admire su obra, pero lo crea admirablemente. Le da una EXISTENCIA y, ahora, que él se esencialice (existencialismo sartriano puro).
        El hombre no tiene una naturaleza fija, dispone de infinidad de posibilidades, es el artífice de su propia suerte. Esa es su Grandeza, PERO puede emplear mal su grandeza, su libertad, aunque ésta sea una llamada a la perfección, a la plena realización. Esa es también su miseria: el mal uso que puede hacer de ella.

        No se está de acuerdo con el mito del Pecado Original, heredado de nuestros padres, pero el peligro está en que sigamos su ejemplo.
        Podemos corrompernos con nuestro obrar pero no somos seres depravados ni corruptos. De ahí que tanto Lutero como Calvino siguen siendo cristianos, no renacentistas. Niegan la grandeza del hombre, insisten en la pecaminosidad y depravación del hombre tras la caída de Adán.

        Pico, por el contrario, insistirá en la LIBERTAD: libertad de hacerse, de obrar, de elegir, de serlo todo, de abarcarlo todo, de dominarlo todo, de apropiárselo.

        Su destino es ENSEÑOREARSE. “Si queremos, podemos” –dirá

        Muestra una oposición frontal contra la Astrología y los Astrólogos, que es verdad que habían contribuido a liberar al hombre del capricho de los dioses, pero ahora seguían atados al movimiento y a la posición de los astros.

        Para Pico no existe ningún determinismo. El hombre es padre de sí mismo, autocronstructor. La Libertad es y está en el punto de partida. Todo está por hacer. Ahora el hombre, con su mente y con sus manos tiene que crear, construir el mundo.

        (TEXTO  de Giordano Bruno. Pág 17)

        Tenemos unos poderes intelectuales de enorme potencialidad, debemos usarlos, pero usarlos bien.

        Esta es la Gran Revolución Antropológica, que haría posible la otra gran revolución, la científica

        PERO existe otra línea distinta a la de Pico, es la de Pomponazzi, que no es tan optimista o tan exaltada.
        Pomponazzi bajará al hombre a la naturaleza. Somos libres, pero en la naturaleza, no podemos salir de ella. Somos seres naturales. Libres, sí, para nadar, pero dentro del río.
        El hombre, con su intelecto, puede conocer el orden del mundo y la libertad es posible, pero dentro de las leyes naturales. No podemos esquivarlas. Si nos tiramos por la ventana no somos libres para caer o no, si nos pegan nos duele, si estamos muy tristes lloramos. Es ley natural.

        Pomponazzi distingue tres tipos de entendimiento que posee el hombre: el entendimiento ESPECULATIVO (para conocer verdades), el entendimiento TÉCNICO (para hacer cosas) y, además y sobre todo, el entendimiento ÉTICO (para obrar bien)
        (lo mismito que Sócrates)

        Estamos aquí. Somos mundanos. Somos Prometeos encadenados a la roca de la vida  “La inmortalidad es sólo un perfume y un sueño”

        La grandeza, la nobleza del hombre no es tanto conocer y hacer (que también) como obrar, obrar bien. No basta con vivir, hay que vivir bien, humanamente, moralmente. “El durar un largo tiempo no significa perfección. Un roble vive 1.000 años y no por eso llega a tener la milésima parte de aquella perfección que pertenece al hombre. Hay más perfección en ser hombre por un año que roble por 10.000” (Pomponazzi).

        Libres, SÍ, pero dentro de la naturaleza, no por encima ni al margen de ella. Y el hombre se hace más y mejor hombre obrando moralmente bien. Conozcamos, pues, las leyes de la naturaleza, aprovechémonos de ella. De lo que no somos libres es de poder cambiarlas, pero sí de conocerlas para aprovecharse y, siempre, obrando éticamente.

        El comportamiento moral, éste sí que es típicamente humano, podríamos obrar mal, somos libres. Nuestra grandeza está en que pudiendo obrar mal obremos bien. En esto consiste la Grandeza y la Nobleza del hombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario