viernes, 18 de diciembre de 2015

EL SEXO EN LA IGLESIA



Distingamos entre: 1.- El sexo en los fieles y 2.- El sexo en el clero.

“O reproducirse o abstenerse”, “o tener muchos hijos o ninguno”, “o voto de paternidad o voto de castidad y abstinencia total”

1.- Respecto a la sexualidad en los fieles la Iglesia, sin saberlo ni quererlo, es una gran aliada de la selección natural pues sus instrucciones van encaminadas a incrementar la eficacia reproductiva/reproductora.
El lema sexual parece haber sido/ser: “ningún espermatozoide en vano”.

“O reproducirse o abstenerse” ese es el lema sexual de la Iglesia.

Pero la actividad sexual, sólo reproductiva, no es arbitraria, libre, de “aquí tepillo y aquí te mato”, sino que queda reducida al ámbito del matrimonio y, dentro de éste, con una sola finalidad (que no es el placer, ni el juego lúdico entre dos cuerpos y almas entrelazados, ni el afecto) sino la simple y mera reproducción.

Hay que incrementar la grey de Dios. Cuantos más adoradores, mejor. Él se lo merece todo y nosotros Lo necesitamos.

Incluso parece que la Iglesia deseara que la actividad sexual se produjera sin placer, para no distraerse de su finalidad. Incluso con dolor. Hasta sería más meritorio (que yo no sé por qué), lo que contrasta con sus recelos en aceptar, sin más, las modernas técnicas biotecnológicas que permiten la posibilidad de, aún sin contrato y sin placer, sin afecto que dar ni recibir,…quedar la mujer inseminada y ser reproductivas (la inseminación artificial, la donación de óvulos y de espermatozoides, los úteros de alquiler,…) consideradas perniciosas, por antinaturales (como si el hombre no pudiera echar mano de la cultura cuando la naturaleza pone algún obstáculo).
Aunque, si esas nuevas técnicas se aplicasen dentro del matrimonio, lo serían algo menos, pero siempre reprobables (no queramos enmendarle a Dios su obra o echarle en cara el defecto de la naturaleza, suplantándolo).

Pero si, con estas técnicas está ausente el contacto pecaminoso de dos cuerpos encendidos ¿por qué no recibirlos con beneplácito?

Claro que, matizando más, al decir “matrimonio” estamos diciendo “matrimonio cristiano”, bendecido o bendito, contraído ante Dios y no ante cualquier concejal de pueblo.

De aquí que los separados que vuelvan a casarse deberán “vivir como hermanos y en total abstinencia”.
Si hasta era/es pecado “desear” a la mujer del prójimo (lo que lleva a preguntarme cuántos pecados tendré yo acumulados en mi haber desiderativo pecaminoso, con esta imaginación que se me desborda).

Bien pensado, y consecuentemente, será pecado hasta desear a la mujer propia si no va acompañado ese deseo con el propósito inmediato de hacerla madre.

Y, mejor pensado todavía, debería la pareja consultar y prever cuáles son los días fértiles de la mujer para copular y quedarse embarazada, consultando al Sr. Ogino al que se le acusa de ser millonario en paternidad, a su pesar. De lo contrario sería vicio libidinoso, lujuria, al ser relación sexual sin propósito reproductivo.

O sea que, para la Iglesia, tanto las parejas de hecho como los separados, si copulan, son “fornicadores”.

Lujuria, fornicación, masturbación, homosexualidad, pornografía, prostitución,…son el conjunto de vicios, pecados contra la virtud de la castidad.

Hemos afirmado antes que la Iglesia sería un organismo cooperante de la selección natural, pero habría que matizar que eso sería así si, nada más nacer los hijos se independizaran de los padres y siguieran, inmediatamente o a los pocos días de nacer, los mismos pasos, pero eso no es así.
Porque no se trata de cuántos hijos puedan nacer (que, prácticamente, puede ser un parto cada 9 meses) sino de cuántos hijos cabe esperar que puedan ser criados hasta alcanzar la edad adulta y reproductiva.

No sólo “nacer” sino también, y sobre todo, “criar”

Pero, de manera natural, todas las civilizaciones han establecido, de manera expresa o tácita, no incrementar la natalidad hasta unos límites suicidas por su relación con los recursos disponibles, individual y socialmente (y sin haber leído el “Ensayo sobre el principio de la población”, de Thoms Malthus y su afirmación del aumento de la riqueza en proporción aritmética, mientras la población lo hace en proporción geométrica, lo que conlleva un desajuste entre ambas).

El control de natalidad siempre ha existido, a su manera, bien impidiendo los embarazos, bien provocando los abortos, bien matando a los nacidos deformes, …. o con las guerras, haciendo desaparecer a los jóvenes y adultos en edad de engendrar.

Sin embargo, la Iglesia Católica siempre consideró a las familias numerosas como una bendición de Dios, como una muestra de generosidad paternal, (como si fuera Éste el causante de los nacimientos o que necesitara de un mayor número de personas para que le suplicaran, le llevaran ofrendas, le adoraran,,,)

Lo cierto es que Occidente, olvidándose de la Iglesia y de Dios ha echado el freno de la natalidad, bajándolo a menos de 2 por pareja, aunque en otras culturas van camino de la superpoblación.

Para la Iglesia, pues, todo acto sexual, deliberada y voluntariamente infecundo es intrínsecamente malo.

Pero lo cierto es que, tener muchos hijos y no poderlos criar y atender adecuadamente no sólo es antievolutivo sino una irresponsabilidad desde el punto de vista moral.

Y, una pregunta, si la Iglesia apuesta por la Maternidad/Paternidad como algo maravilloso ¿por qué apuesta y supervalora la “castidad”?

Y lleva a preguntarnos por qué Dios nos ha creado sexualmente activos todo el año en vez de, como en los animales, una época de celo en la que la hembra desea copular y quedarse preñada/embarazada.

Si la sexualidad está presente los 365 días del año ¿no será que no tiene como única finalidad la reproducción sino que también está la dimensión afectiva, de donación y recepción de cariño, de comunicación,…

Y si la virginidad  es un valor superior a la maternidad ¿qué pasaría si todos hubiéramos apostado y apostáramos por ella.

¿No será el orgasmo y el placer erótico la trampa que la sexualidad nos lanza para la paternidad/maternidad?

El clero tiene la misma inclinación sexual que los laicos pero renuncian a satisfacer ese deseo en aras de otros valores que consideran superiores, culturales o religiosos.

Lo de las monjas embarazadas por padres espirituales, confesores y curas, auténticos sementales que incumplen la palabra voluntariamente dada está la historia llena y, naturalmente, no eran “posesiones diabólicas” sino pura “jodienda” (y perdón)

Actualmente asistimos a una oleada de pederastia por parte del clero y es que el contacto con los niños, en catequesis y demás, abusando de la inocencia infantil,…

Pero, en realidad, la obligación del celibato en el clero es tardía, no es desde los tiempos de Jesús de Nazaret sino que la primera vez que aparece es en el Concilio de Elvira (Granada) años 300-306, aunque la norma se relajará bastante en los años siguientes.

En 1.074 todavía se excomulgaba a clérigos que estaban casados o que vivían en concubinato.

Y habrá que esperar al Concilio de Trento, siglo XVI para que se establezca como norma obligatoria.

Pero el celibato no es una imposición de origen divino sino sólo y totalmente de origen humano.

Se ha defendido que la causa de establecer el celibato a los clérigos, y no tener familia, era para liberarlos/estar libres de cargas familiares y así poder dedicarse, con dedicación exclusiva, a su labor religiosa, pastoral,…
El secreto de confesión también estaría más a salvo, al no tener con quien, en la intimidad, intercambiar información.

Pero hay otra causa del mismo.
Las donaciones de los fieles a la Iglesia, al no tener familia directa que heredase y/o gastase, cuando el clérigo fallecía volvían a la Iglesia.

Últimamente están surgiendo hechos muy significativos y que manchan a la Institución Eclesial:
1.- Salir del armario, confesando su homosexualidad y sus relaciones homosexuales.
2.- La pederastia, fruto, en parte, del trato con niños, indefensos e inmaduros, en su función catequética y del voto de castidad voluntariamente jurado.

3.- La inmatriculación y primera inscripción en el Registro de la Propiedad de edificios religiosos (catedrales, iglesias, ermitas,…)

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