miércoles, 23 de marzo de 2016

DEMOCRACIA Y RELIGIÓN.


DEMOCRACIA Y RELIGIÓN.

Seguí, a diario, la ola revolucionaria norteafricana y en Oriente Medio.
Islámicos, destronando a líderes sempiternos, auténticos sátrapas, y proclamando que querían vivir en democracia, como Occidente. Y me preguntaba qué concepto tendrían de “democracia” estando, como estaban, y están, empapados de religión islámica. Porque la democracia, como buen fruto que es, necesita un suelo y un abono adecuados. Y no creo que ese sea el caso.

Como los científicos que, aunque sean creyentes, no deben meter a Dios en sus investigaciones y deben buscar, sólo, las causas naturales. No pueden prescindir de la razón, como no pueden prescindir de su sombra, porque llevan en su mente el pegamento de la causalidad.

Solo la laicidad puede permitir nacer y dejar crecer la democracia, porque sólo ella permite y garantiza la diversidad de creencias. Pero es que estas naciones revolucionarias vivían, y viven, con el pegamento de su religión en su cabeza y en su corazón, coloreándolo todo, tintando toda la vida, (personal, familiar, social,…).
Para la religión islámica un homosexual y una mujer casada que tenga relaciones con alguien que no sea su marido, no merecen vivir. Su religión los condena a la horca o a la lapidación. Y esto es, sencillamente, monstruoso.

La democracia no puede llevar adjetivos, y menos, religiosos. Las fenecidas “democracias populares” no eran democracias, como no lo era nuestra “democracia orgánica” franquista. Ni la “democracia cristiana” occidental era “cristiana” y sí democracia. Una “democracia islámica” no puede ser “democracia” porque sería, “per se” discriminatoria. Una “democracia islámica radical” sería una “teocracia”, por lo tanto “odio” a las costumbres ajenas, ateas, laicas o de otros dioses distintos al suyo, y por lo tanto, falsos, ídolos contaminantes de sus vidas, y su jefe es más un predicador de la pureza de la fe que un administrador de unos recursos nacionales.

Si la Verdad Absoluta viene de arriba, y es la suya, debe ser impuesta. Contraria a la verdad relativa, la que viene de abajo, que siempre será provisional y debe llevar al consenso.

¿Democracia desde la Fe?

Yo sólo considero “democracia” a la “democracia de las razones” en la que, dialogando, puede llegarse a consensos, al no detentar ni persona ni institución alguna el monopolio de la verdad. La verdad siempre está muy repartida entre los hombres, como las razones.

Estar “libres de” el dictador político, es la condición necesaria, pero no suficiente para ejercer la “libertad para”, sobre todo si ésta viene secuestrada por la creencia religiosa. En la mentalidad religiosa antigua, entre los hombres y los dioses corrían unas autopistas en sentidos ascendente y descendente.

Entre los hombres y los dioses estaban los intercesores, empezando por los vivos, los sacerdotes, luego seguían los santos, vírgenes, ángeles, arcángeles, querubines, serafines... Entre los dioses y los hombres siempre estaban los profetas, que aconsejaban, ordenaban, condenaban, amenazaban.

En la mentalidad moderna democrática, tales autovías, entre poder gobernante y los ciudadanos gobernados, son un espejismo. Durante cuatro años los políticos se someten al partido en vez de dar cuenta de su labor a los ciudadanos.

Pero ¿y cuando los únicos gobernantes posibles son todos ellos religiosos y son los sacerdotes/imanes, desde los púlpitos de las mezquitas, los únicos interlocutores entre el poder y los ciudadanos?

Los 10 mandamientos son religiosos, no civiles, y no pueden estar en una Constitución, como no lo puede estar el Corán, ni la Biblia.

Aunque yo robe y desee a la vecina del 5º, no por eso merezco morir. El primero sólo sería un “delito”, que conlleva una pena a cumplir, pero no la muerte. El segundo un “pecado de pensamiento”, no sancionable por vía civil.

Equiparar “delito” (incumplimiento de una ley) y “pecado” (incumplimiento de un precepto religioso) es adulterar la democracia.

Discriminar a la mujer, como un ser inferior, o no permitir que cada uno viva su sexualidad libremente, o prohibir otras creencias, o concertar los matrimonios sin dar libertad de elección a los contrayentes, o…. no merece la pena ni tan siquiera detenerse a discutirlo y dar explicaciones.

¡Pobre Israel, el único país democrático en el Oriente Medio¡

Se las van a dar por el Norte, por el Sur, por el Este y hasta por el Oeste, por el mar, con las “flotillas de la libertad”, ocupadas por antisemitas.

¡Qué curioso! ¿No? ¿Por qué no piden “libertad” en los países islámicos, no democráticos?

La única nación democrática en el Oriente, como una isla rodeada, no de agua, sino de dictaduras islámicas destronadas y que, ahora, quieren ser “democracias islámicas”.

¡Como si éstas fueran posibles¡ ¡Como si esa expresión no fuera un oxímoron¡

P.D. Estoy de acuerdo con el que sentenció que “la democracia es el peor de los regímenes políticos posibles, exceptuados todos los demás”, pero de manera relativa, no siempre tiene que ser así.

En otras, opuestas, determinadas circunstancias (económicas, sociales, históricas,….) puede ser el peor régimen político posible, por aquello de la “demagogia” y la ausencia, en los políticos, de una auténtica visión de estado, cuando están más atentos a las próximas elecciones que a las postelecciones y a las futuras generaciones.


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