domingo, 17 de abril de 2016

CREENCIAS



“Vivimos de crédito” – decía Aranguren.

Y es verdad.

Creemos constantemente, creemos en casi todo lo que concierne a la vida, creemos a los médicos y a los profesores, creemos a las fuentes de información que son, muchas veces “fuentes de desinformación”, y como salga en la tele… eso ya es autoridad, y como lo afirme la persona con la que sintonizo (periodista, político, pensador,…) esto ya va a misa.

Creer es “tener fe”, “confiar”,

“Yo creo a” y “yo creo en” (en otro lugar de mi blog he abundado en ello).

Creemos lo que mi vista me dice, que ahí hay una pared, y creemos que si nos damos un coscorrón contra ella vamos a sentir dolor. Todavía no lo sabemos, pero lo creemos, lo damos por bueno, por sabido (y me viene a la mente “la caverna de Platón”, o a un niño viendo la serie de “Marco en busca de su madre” y llorando porque “cree” que es verdad y no una historieta infantil.

Y creemos que si nos bajamos de la acera por la que vamos caminando el suelo va a estar ahí y no caeremos al vacío.
Y creemos que quien está ahí habla como yo y si le digo algo me entiende (y puede ser un islandés que ni me entiende ni lo entiendo, pero yo creía que sí)
Y creo que ve y oye como nosotros. Y que tiene un nombre, como nosotros. Y que es un varón o una mujer. Y pudiera ser que nada fuera como yo creía que era.
Y creemos que existe Alaska, porque lo hemos visto en el mapa. Y creemos que podríamos llegar allí tomando uno o varios vuelos o por el mar, con  un barco.

Creemos.

Creemos que ahora mismo, mientras estoy escribiendo, a las 11 de la mañana, con un sol radiante, en Nueva Zelanda están en plena noche.

Para vivir, para poder vivir, tenemos que contar con las creencias.
Nuestro futuro depende de nuestras creencias.

Pero todo lo que he escrito, hasta ahora, son “creencias humanas”, creencias sobre esta vida, sobre este mundo, sobre lo que aquí hay. Pero también existen otro tipo de creencias, las creencias religiosas, las que no podemos constatar, verificar. Creencias en el más allá de este aquí, creencias en la otra vida, posterior a ésta. Creemos en la inmortalidad, en la eternidad.

Confiamos en las creencias humanas, que son más o menos verificables y queremos que existan (o no) y que sean verdaderas (o no) las realidades de la vida del más allá.

Y esa “con-fianza”, esos dos tipos de fe, son muy distintos.

Gonzalo Puente Ojea nos habla de la “falacia conativa”, la que afirma que existe y es verdad lo que queremos que exista y que sea verdad, pero que, nunca, podremos verificarlo, por eso lo “creemos”.

Una de las creencias tendría que ver con que somos “animales científicos” y la otra con que somos “animales religiosos”.

Confiamos en la realidad, pero hay dos tipos de realidad: la inmediata, con la que chocamos y está ahí, y la realidad última, de la que nada sabemos, pero que queremos que exista o que no exista, por eso creemos en ella o no creemos en ella.

Además, los seres vivos “vivimos” pero sólo los hombres pueden preguntarse si “vale la pena vivir”, podemos valorar la vida.

Hoy ya nadie defiende  que somos “cuerpo y alma”, la suma de dos sumando.
Esa concepción dualista, tan presente a lo largo de la historia, desde Platón, ha quedado periclitada.
Hoy se impone y se acepta la teoría del “monismo emergentista” de la materia evolucionada (no confundirlo con el “reduccionismo).

Del cuerpo-materia-cerebro emerge la conciencia-la mente-el alma.

Tras Descartes el dualismo se retira a sus cuarteles, que es la historia y surge y vence este “monismo emergentista”.

Pero meter a Dios en todo esto es siempre peligroso, además de ambiguo, porque ¿qué es Dios?, ¿cómo se ha entendido “Dios” a lo largo de la historia? ¿Tiene que ver el Dios de Hoy con el Dios medieval? ¿Y el Dios musulmán es el mismo que el Dios cristiano?

¿Qué, quién es Dios?

Por otra parte deberíamos ser cautos y no equiparar y hacer equivalente lo “espiritual” con lo “religioso”.
Hay “intereses espirituales” que nada tienen que ver con los “intereses religiosos”.

Dawkins afirma que la religión es un subproducto de otro tiempo, que tuvo su función, que fue exitosa, pero que fue un “virus exitoso” y ya no vale en los tiempos actuales.

Lo religioso, en la historia, ha causado cosas horribles, aunque no todo haya sido horrible, también ha propiciado valores sociales y fraternales, altamente positivos.

“Los filósofos de la sospecha” y los “nuevos ateos”.

Si Marx, hoy, levantara la cabeza  y viera cómo lucha por la justicia y la paz la Teología de la Liberación, quizá pensara de otro modo y no viera la religión como “opio del pueblo”.

Lo religioso, que muchas veces “regenera” también, muchas veces, “degenera” y se convierte en “fundamentalismo religioso”.

Hay una teoría, muy significativa, la “Lógica del arroz (oriental) y la Lógica del trigo (occidental) que son dos formas distintas de pensar las relaciones  entre individuo y sociedad.

El Confucionismo, el Budismo y el Taoísmo son movimientos “espirituales”, pero no pueden ni deben catalogarse como “religiosos”
La meditación trascendental, el zen, la armonía con el universo todo,…


Mientras durante siglos Dios permaneció siempre oculto, hoy a Dios se le descubre dando pan al que tiene hambre.

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