jueves, 15 de diciembre de 2016

ACOMPAÑANDO A J.L.. SAMPEDRO (2) (SABIDURÍA)

SABIDURÍA.

Decir José Luis Sampedro es decir “economista” y “docente”, fue catedrático de Estructura Económica en varias universidades y siempre fue muy bien considerado por sus alumnos, y todos sabemos que también fue “novelista” cuyas obras (en otro lugar descritas) han sido editadas varias veces, en varios idiomas.

Pero, además de todo eso y por encima de todo, José Luis Sampedro fue un “sabio”.

“Yo empecé a leer muy pronto. A los 4 ó 5 años me fascinaba leer el Espasa de mi padre. Imagínense: venían las visitas, preguntaban por el niño y mis padres respondían con naturalidad: “estará leyendo el Espasa”.
A mí me encantaba coger algún tomo de la Enciclopedia y pasar páginas…

Debo decir que he conservado la costumbre, ahora lo hago con la Encyclopedia Británnica y enterándome un poco más, pero me sigue fascinando ese compendio de conocimientos y saber”

Es su mujer quien lo atestigua y los inconvenientes que ello suponía en los variados traslados.
Ni siquiera la guerra y sus trincheras acabaron con esa afición.

“Mi libretita y mi diccionario de bolsillo hicieron la guerra conmigo”

Información – conocimiento – sabiduría.

Hoy es tanta y tan variada la información que llega a nosotros por los más diversos medios de comunicación, que nos anega, nos baña, nos ahoga, nos asfixia.
Es imposible abarcar sino una pequeña, pequeñísima, parte de la información generada. Nos sobrepasa. Porque, además, a veces es contradictoria y uno no sabe con cual quedarse.

Otra cosa es el conocimiento.
La ciencia es conocimiento.

¿“Qué pasa con la Ciencia”?. Que la Ciencia es rigurosa en sus exigencias, exige contrastación empírica y demás verificaciones, pero la Ciencia no es Sabiduría”

Son muchos y variados los científicos pero ya no de Ciencias porque ninguno puede ya no abarcarlas todas, sino ni tan siquiera una de ellas en su totalidad.
Hoy sólo se puede hablar de “especialistas” en una rama de una ciencia, por ejemplo, de la Medicina o de la Química.
Uno será radiólogo o urólogo o cardiólogo o….
Incluso, dentro de una rama, de una especialidad concreta, para poder dominarla mejor.

Ortega los llamaba “los nuevos bárbaros” ya que estaban tan dedicados a esa pequeñísima parcela que desconocían las demás parcelas, ya no digamos de las demás ramas ni de las demás ciencias.

Pero la Sabiduría es otra cosa.

La Sabiduría es mucho más que la Ciencia, incluye la visión de la vida y la visión vital no es cuantificable”

Siempre se ha dicho que la Ciencia Moderna se distingue y superó a la Ciencia Antigua cuando comenzó a ser “cuantitativa” dejando de ser “cualitativa”.
Ya no se trata de saber que este hierro está más caliente o más frío que antes, sino “cuantos grados de calor ha subido o ha bajado”
Ya no se trata de decir que la presión atmosférica desciende cuando uno se eleva sobre la tierra o sube una montaña, sino saber “cuantos” metros hay que subir o bajar para que la presión atmosférica baje o suba una unidad.

Lo expresaron claramente algunos personajes modernos (Leonardo Da Vinci, entre ellos): “la naturaleza está escrita en lenguaje matemático así que el que no sepa leer (matemáticas) no se va a enterar de nada”.

Hablar de Ciencia es hablar de conocimiento cuantitativo.

Pero ser Científico no implica ser Sabio. Más aún son muchos los científicos, entregados y tan ensimismados en su tarea que no tienen “esa visión de la vida”

“Vivimos en una sociedad que es muy rica en ciencia y muy pobre en sabiduría”

¿Qué es, pues la Sabiduría?

“Para mí la Sabiduría es la vivencia de la sintonización con el macrocosmos, vivir sintonizado, consciente o inconscientemente, con el Mundo, con el Universo, con lo que te rodea, con el todo del que tú formas parte.
Ser parte profunda de ese todo, eso es Sabiduría”

¿Qué de extraño tiene, pues, que Sampedro se introdujera en el pensamiento oriental para buscar la Sabiduría?

El hombre occidental es, sobre todo, Científico, mientras que el oriental es Sabio.

Estar rodeado de cosas y necesitarlas, cada vez más y cada vez mejores, te aleja de la Sabiduría.

Sintonizar con el mundo que te rodea, sentirte parte de él, sintonizar con las personas, sentirse imbuido de tranquilidad, despegado de todo y en consonancia con todo.

Detentar el poder es lo más ajeno a la sabiduría.

“La soberbia, tan propia de los poderosos, pervierte la inteligencia desviándola de la sabiduría, que es la mejor guía para vivir”

Y es que la Sabiduría tiene que ver con la Inteligencia mientras la Ciencia tiene que ver con la Razón.

Está científicamente comprobado que es la tierra la que gira alrededor del sol (y no al revés, como a diario nos lo muestran los sentidos), la que se mueve (a pesar de la sensación que tenemos de estar en reposo), además con movimientos de rotación, sobre su eje, y de traslación, alrededor del sol, con velocidades de 30 a 36 kilómetros/segundo, pero el 99,99% (entre los que me incluyo) no lo sabemos porque no sabemos comprobarlo, verificarlo, contrastarlo, sencillamente, lo “creemos”.
“Creemos” a los científicos (astrónomos) cuando afirman eso y 20.000 cosas más.
Pero es una “creencia humana”, lo que quiere decir que cualquiera que seriamente se lo proponga podrá llegar a comprobarlo como lo hacen los astrónomos.

No lo sabemos, pero en nuestra mano está el saberlo, porque podemos hacerlo.

Pero si llegar a “ser científico” es posible enseñarlo y serlo ¿cómo se llega a “ser sabio”? ¿Puede enseñarse? ¿Es necesario, imprescindible, ser previamente científico y tener muchos conocimientos?, ¿o te distraen y te alejan en vez de acercarte a la Sabiduría? ¿Hay que sintonizar con el presente o también, y sobre todo, con el futuro?

El maestro y el alumno comienzan teniendo un recorrido común.

En un primer momento el maestro se le presenta al niño como un dios terreno, del que se fían, en el que confían. El maestro tira de ellos atrayéndolos, haciéndose atractivo y al que siguen.

En un segundo momento el alumno, que ha ido madurando a la sombra del maestro, comienza la separación, la independencia, la autonomía, y camina, ya, a su lado, codeándose con él, caminando a su lado, ya no detrás.

En un tercer momento el alumno sobrepasa a su maestro y, mirando hacia atrás, le da las gracias y continúa su vida.

“El maestro que necesitas no es el que te forme a su imagen y semejanza.
El buen maestro es, al contrario, el que provoque en ti tu propia visión, no la copia de la suya; el que te haga descubrir por ti mismo lo que no percibiría nunca.
No te empeñes en querer ser lo que no eres, sino alcanzar lo que eres”


Ponerte en el buen camino, en el tuyo, para que descubras lo que eres, no en el suyo.

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