miércoles, 28 de diciembre de 2016

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (9) EL ALMA (2)

EL ALMA Y EL ESPÍRITU.

Teóricamente, si definimos “alma” o “Psiké” como la definía Aristóteles, “Principio de vida y movimiento”, “Principio primero por el cual vivimos, sentimos, nos movemos y entendemos”, entonces sería absurdo intentar demostrar que el alma existe, porque se ve que hay muchos seres (los vegetales, los animales, el hombre) que cambian, que se mueven, que crecen y/o decrecen, que viven, que conocen,…

El “alma” se muestra en sus funciones.

Pero “movimiento o cambio interno”, no externo, sino interno, movimiento desde dentro.

También se mueven los coches y los aviones, pero su movimiento es producido desde fuera, por el motor o los motores, son “hetero-movientes”, no “se-movientes” como lo es el árbol, el perro y el hombre.

Habría “alma”, pues, en los vegetales, en los animales y en los hombres y no en los aviones ni en los coches.

Pero otra cosa es el “espíritu”.
Sin embargo, el “alma” y el “espíritu” son similares en la manera en que se usan en la vida espiritual del creyente, pero son diferentes en sus referencias.
El “alma” es la visión horizontal del hombre con el mundo mientras el “espíritu” es la visión vertical del hombre con Dios.
Es importante entender que ambos se refieren a la parte inmaterial del hombre, pero sólo el “espíritu” se refiere al caminar del hombre hacia Dios.
El “alma” se refiere al caminar del hombre en el mundo.
Uno de los filósofos que me sacó del esquema escolástico, ya en mis comienzos de enseñante y educador, fue el catalán Octavi Fullat.
En un libro, para mí rompedor, en tiempos en que sólo podía enseñarse la Filosofía Escolástica, de este filósofo, PENSAR Y HACER, (estoy refiriéndome al año 1.974) se subraya la triple dimensión según la cual el hombre es BIOLOGÍA—“Sarx” (carne)—, CULTURA—“Psike” (alma)—y BIOGRAFÍA—“Pneuma” (espíritu)—.

Al, en griego: PNEUMA, PSYKÉ y SOMA, les corresponden, en latín: ANIMUS, ANIMA y CORPUS y, en castellano: ESPÍRITU, ALMA y CUERPO.

Define que “Sarx”, el elemento psico-biológico, se sitúa en el paleocórtex—cerebro biológico—; ubica a la “Psiké” —el elemento sociocultural— en el mesocórtex —cerebro social—y, por último, señala que el “Pneuma” —que corresponde al elemento espiritual, y en el que incluye los conceptos de conciencia, libertad, creatividad y responsabilidad— es colocado por los neurólogos en el neocórtex—cerebro creador.

Pero: ¿Hay un alma o varias almas?

Porque, Platón, por ejemplo, que colocaba el alma racional en la cabeza, el alma irascible, principio de la actividad y del movimiento, en el pecho, y el alma inferior el alma concupiscible, en la barriga, en el abdomen, causa de los instintos.

Aristóteles llega a admitir hasta cinco almas: la nutritiva, que preside las funciones de nutrición y reproducción en animales y plantas; la sensitiva, principio de la sensación y de los sentidos; la fuerza motriz, que lo es del movimiento y de la locomoción; el alma apetitiva, origen del deseo, y por último el alma racional.
Al definir el alma, en el De Anima o “Peri Psiké” como “principio de vida” y contemplar tres tipos de vida (vegetal, animal y humana) tiene que admitir los tres tipos de Almas: Alma vegetativa, Alma sensitiva y Alma racional.
Pero siempre, sólo, hay UN alma (por considerarla la Forma Substancial).
En el vegetal existiría el Alma Vegetativa.
En el animal el Alma Sensitiva, que realizaría las funciones tanta las del alma vegetativa (nacer, alimentarse, crecer, reproducirse,…) como las suyas propias (los sentidos, el instinto, el movimiento locomotriz,…)
En los hombres sólo UN alma, el Alma Racional, pero que realiza las funciones de las Almas anteriores, teniendo en común con los vegetales sus típicas funciones, teniendo en común con los animales sus típicas funciones (conocimientos sensible, sentidos internos (imaginación, estimativa, memoria,…) más las suyas propias: El Conocimiento Intelectual, la Razón, la Voluntad, la Libertad,..
“El animal posee Alma, el hombre Espíritu”.
UNA sola alma en cada ser.
No puede haber tres, en el hombre, por ser el Alma la Forma Substancias, la Esencia; ni puede haber tres partes del Alma porque, al ser inmaterial, no puede tener partes, sólo son, en el caso del hombre, TRES Funciones de la única alma, y Dos funciones en el caso del animal.
Los escolásticos admiten sólo tres: vegetativa, animal y racional
Para la religión cristiana el hombre consta de tres partes, que son: cuerpo (lo físico), alma (lo relacionado con lo emocional) y espíritu (lo relacionado con lo espiritual). De acuerdo a la tradición cristiana, el alma es uno de los aspectos del ser humano, que lo unifica como individuo y lo "lanza" a actividades que van más allá de lo material. Gracias al alma, el ser humano tiene instintos, sentimientos, emociones, pensamientos y decisiones libres, y puede volver sobre sí mismo (autoconciencia).
De acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el alma (en griego  “ψυχή, psykhḗ”) es la principal cualidad identificatoria del movimiento en la materia viviente, haciendo del “no-moviente” (inerte)  un “semoviente” o “movimiento interno, desde dentro, con motor interior”.
Pero “Alma” y el “Espíritu” son similares en la manera en la cual son usadas en la vida espiritual del creyente. Son diferentes en sus referencias. El “alma” es la visión horizontal del hombre con el mundo. El “espíritu” es la visión vertical del hombre con Dios. Es importante entender que ambos se refieren a la parte inmaterial del hombre, pero sólo el “espíritu” se refiere al caminar del hombre con Dios. El “alma” se refiere al caminar del hombre en el mundo, ambos material e inmaterial.
Este término castellano, Espíritu, traduce los vocablos griegos “noûs” y “pneuma”. Procede del vocablo latino “spiritus”, cuyo significado original era “soplo”, “aliento”, pero que muy pronto se utilizó para designar la realidad inmaterial y racional inscrita en el hombre.
Muchos autores lo hacen sinónimo de alma, y otros incluso de la mente, aunque este último término, más moderno que los anteriores, está desprovisto de la connotación religiosa que posee el término “espíritu”.
Quienes aceptan una diferencia entre el alma, la mente y el espíritu seguramente piensan en lo siguiente:
Se entiende el alma como “principio vital”, vinculado esencialmente con lo orgánico, y común a todos los seres vivos; por otro lado, la mente está más relacionada con las facetas intelectuales y la consciencia y es característica del ser humano; finalmente, por encima del alma y la mente se encontraría el espíritu como “el principio inmaterial y sobrenatural” que nos pone en contacto con las realidades superiores: nos permite el conocimiento de los valores estéticos y morales, la sabiduría como comprensión del fin último de las cosas y la experiencia de lo trascendente o divino.
Pero, en realidad, y profundizando algo más, el alma no es lo mismo que el espíritu. El cuerpo necesita el espíritu para funcionar, de manera muy parecida a como un aparato de radio necesita la electricidad.
Pensemos en un aparato de radio portátil. Cuando le ponemos pilas, la electricidad almacenada en ellas pone en marcha el aparato. Sin pilas, sencillamente  no funciona. Y ese es también el caso de los aparatos de radio que se conectan a un enchufe. Pues bien, ocurre algo parecido con el espíritu: es la fuerza que imparte vida al cuerpo. Lo mismo que la electricidad, no tiene sentimientos ni puede pensar. En efecto, el espíritu es una fuerza impersonal. Sin embargo, cuando nuestros cuerpos dejan de tener este espíritu, o fuerza vital, ocurre como dijo el salmista: “Expiran, y a su polvo vuelven”.
El Eclesiastés dice que, al morir el hombre, “el polvo (el cuerpo) vuelve a la tierra justamente como sucedía que era, y el espíritu mismo vuelve al Dios verdadero que lo dio”. Cuando el espíritu, o fuerza vital, abandona el cuerpo, este muere y regresa a su origen: la tierra. De igual modo, la fuerza vital regresa a su origen: Dios (Job 34:14, 15; Salmo 39:6)).
O esta otra similitud.
En la vida diaria, podemos hacer una comparación con la bombilla: el espíritu es la energía (la electricidad), el cuerpo es la bombilla y todos sus componentes (vidrio, rosca, filamentos, etc.), la mente es el gas y la cantidad de electrones almacenados, que se generan y activan cuando se presiona el interruptor y se da el paso al ingreso de la energía , que calienta el espiral de tungsteno para que éste genere gas y los electrones necesarios que harán luz dentro del cuerpo de vidrio, de la bombilla.
La luz, es la manifestación que llamaremos alma. La cual se ilumina una vez que todos los demás componentes están siendo activados por el espíritu.
Cuando interrumpimos el paso de la energía todo se acaba, nuestra luz deja de alumbrar o si bajamos la potencia esta luz se ve afectada, nuestra mente no funciona y dejamos de pensar o nos cuesta, por falta de potencia, llevando incluso a nuestro cuerpo a una muerte clínica, y en el mismo momento, ni el cardiograma ni el encefalograma pueden detectar algo/nada, y comienza el proceso de descomposición en pequeñas partículas bioquímicas.
Puede existir la electricidad, sobreviviendo a la bombilla y a la luz.
La bombilla sola, sin electricidad, nada puede hacer y no habrá luz-claridad, pero con electricidad, si está estropeada, nada puede hacer, a no ser “saltar los plomos”, que salte la palanca de la caja del alumbrado.
La luz-la claridad, el ALMA, depende de la bombilla (el cuerpo) y de la electricidad (el espíritu).
¿Puede, pues, hablarse, de la “Inmortalidad del alma”?
¿O es del Espíritu?



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