miércoles, 14 de diciembre de 2016

ACOMPAÑANDO A JOSÉ LUIS SAMPEDRO (1) (DATOS BIOGRÁFICOS)

Tras casi un trimestre enfrascado en aclararme sobre los avatares de la Segunda República, tan loada por unos, como vituperada por otros, aunque tuviera que ensombrecer el optimismo de los primeros y clarificar el pesimismo de los segundos, me enfrasco en otra aventura.

Emprendo un viaje, un largo y lúdico viaje, acompañando desde mi humilde atalaya a ese gran hombre, a esa gran persona, a esa persona sabia que no ha mucho nos ha dejado pero que sigue presente en la mente de muchos, que lo hemos admirado en vida y lo recordamos tras su muerte.

Alguien de fiar y que da mucho de sí porque es mucho lo que tiene que ofrecer

¿Quién no ha citado o, al menos, leído, no una sino muchas veces, frases o sentencias de J.L. Sampedro?

Pero lo que muchos ignoran es que muchas de ellas no salieron directamente de su boca sino de la boca de los personajes de sus novelas.

“Lo que Sampedro dice” y “lo que dicen sus personajes” ni tienen por qué ser coincidentes ni tienen por qué ser discrepantes. Pero bueno es saberlo.

Cervantes no era un loco quijotesco ni un cateto sanchesco pueblerino.

Sampedro, en su vida pública, ha desarrollado, sobre todo, dos facetas:

1.- La académica o docente (fue Catedrático de Estructura Económica en varias universidades),  tanto en su área docente (con ensayos de economía: “Conciencia del subdesarrollo”, “Las fuerzas económicas de nuestra tiempo o Economía Humanista”). Pero sólo sus alumnos fueron testigos directos de esta labor, pero es unánime la opinión sobre él como persona de integridad moral, su crítica a una globalización unidireccional y salvaje que incrementa la brecha de la desigualdad y crítica a un capitalismo que agoniza pero que muere matando y destacar su actitud ética y comprometida con un mundo igualitario.

Los demás tenemos que conformarnos con sus escritos, sus conferencias, sus artículos en la prensa, sus intervenciones en radio y televisión, su defensa del 15 M como un grito de rabia…

2.- La literaria, de escritor y novelista, tanto en solitario, (“La sonrisa etrusca”, “La vieja sirena”, “Octubre, Octubre”, “Real sitio”, “El amante lesbiano”, “La senda del drago”) como compartida (la novela de ideas “Cuarteto para un solista”, con Olga Lucas, su mujer y continuadora). O ensayos divulgativos (“El mercado y la globalización”, “Los mongoles en Bagdad”) y también obras a dos voces (“Escribir es vivir”, con Olga Lucas; “La ciencia y la vida”, con Valentí Fuster; “Sobre política, mercado y convivencia”, con Carlos Taybo; así como el Prólogo a “Indignados” de Stéphane Hessel; la fábula “La balada del agua”, y en su obra póstuma “Sala de espera”.

Rezumaba sensibilidad y afecto, familiar y paterno, en su vida privada.
Cuenta cómo perdió, “me quedé sin hija”, el día que su niña, en la noche, se levantó, ella sola, de la cama e hizo pipí en el orinal y la sensación de que su niña “ya no me necesitaba”, y se sentía desplazado.
Y cuando esta niña, ya moza, se casó para formar su propio hogar.

Para llenar el hueco dejado en la casa por su hija “me volqué en una novela divertida que, en contra de mi costumbre, escribí compulsivamente en sólo tres meses, “El caballo desnudo”, como respuesta afectiva a una pérdida, aunque se diga que no se pierde una hija sino que se gana un hijo”.

Y qué decir de cuando esta hija lo hizo abuelo, “sin el nacimiento de mi nieto Miguel no habría escrito “La sonrisa etrusca”, también escrita de un tirón, como respuesta afectiva al niño que vino”.

La que se fue y el que vino.

Enamorado de las culturas orientales y de la mística, este hombre sabio y bueno, que no cree en el alma ni en el más allá, nos recuerda que “el éxito es el principio del fracaso” y que “la fama es el comienzo de la desgracia” (dos sentencias orientales que hace suyas.).

Para evitar el espectáculo que siempre acompaña a la muerte dejó dicho que “su muerte no se hiciera pública hasta después de ser incinerado” lo que hizo su esposa, Olga Lucas, la colaboradora en algunas de sus obras y la que publicó su obra póstuma.

Su bonhomía le llevaba a rechazar que lo llamaran “maestro” porque el maestro está para ayudar a ver y no para cegar a sus discípulos.
“Una vela o un quinqué, no un foco que deslumbre”.

Siempre se lamentó de que los ideales de su tiempo, de nuestro tiempo, hayan quedado reducidos prácticamente al éxito económico, al “tanto vales, cuanto tienes”

“La cuestión no es estar a favor o en contra del progreso, (¿quién, en su sano juicio, puede estar en contra del progreso? sino cómo “progresar”.

Crítico furibundo y constante del “modelo económico liberal”, al que considera “agotado” no sin antes reconocer la utilidad que tuvo, durante siglos, en el paso del absolutismo a la democracia.

“Modelo económico agotado” porque existen tres barreras reales:

1.- La barrera física (los recursos limitados del planeta que, algún día, se agotarán).

 2.- La barrera política (porque el tercer mundo ya no acepta más la explotación) (lo que estamos, tristemente, comprobando a diario) y

 3.- La barrera psicológica pues el sistema económico es un sistema “desalmado”, sin alma, que reduce al hombre a mero productor y consumidor.

Pero, desde el principio, expongamos su pensamiento, que va a estar presente durante toda su vida de escritor, tanto por lo que de su boca o de su pluma sale, como por lo que pone en boca de sus personajes, que hablan por él.

“Todo escritor, se lo proponga o no, refleja en su obra lo que es y lo que piensa, aunque algunos (lo hagan) mucho más explícitamente que otros; pero, incluso por omisión, se puede sondear lo que se piensa. Toda novela responde a la situación social circundante. Pero pienso que el compromiso del novelista es ante todo consigo mismo y consiste, antes que nada, en escribir, en relatar lo mejor posible e interpretar con eficacia la realidad, descubriendo su mundo a los lectores. Ésa debe ser su preocupación fundamental y ésa es, desde luego, la mía”.

Queda dicho.

P.D.
Acaba de ser publicado “Diccionario Sampedro”, editado por Olga Lucas. Debate. Marzo del 2.016.
Este Diccionario especial (pues, realmente, no es un diccionario) me servirá de plantilla para acompañarlo en su deambular literario e intelectual.

Que quede constancia.

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