sábado, 10 de diciembre de 2016

DIAPOSITIVAS HISTÓRICAS DE UNA ÉPOCA (3)

Y COMENZÓ LA GUERRA.

Se la ha llamado la “última guerra romántica”, aunque también fue una de las más crueles, sobre todo porque fue una “guerra de voluntarios”, bien descamisados y con alpargatas bien con flamantes uniformes.
Se iba al frente como quien iba a los toros o a una romería pero que, en vez de ir a divertirse, beber y cantar, o a rezar a la patrona de turno, se iba para que no triunfara el golpe de Estado.

Se luchaba y se moría, más que por una ideología, por un ideal, por una cosmovisión, no por intereses económicos, ni oscuros ni manifiestos.

Raro era el joven o adulto que no se adhiriera a uno de los dos bandos porque el tibio, el indeciso, el dubitante era juzgado bien como cobarde bien como cómplice, debiendo atenerse a las posibles consecuencias por ambos bandos.

Fue una guerra con el mayor número de voluntarios del siglo XX, así que: 1.- La desorganización de los voluntarios republicanos, 2.- La indecisión de buena parte de los sublevados que consiguió que, lo que en un principio (y así estaba planeado) iba a ser un golpe de Estado (lo que hubiera ocurrido con la toma de Madrid en los primeros momentos, pasando por encima del “NO Pasarán”) se convirtiera en una guerra, y 3.- La precipitación de algunos falangistas.

Y, contra lo que se ha dicho, que “el ejército estaba con los sublevados” lo cierto es que, de los 72 generales que había en España, sólo 26 estaban con los sublevados mientras que 36 eran leales a la República.

Pero lo que sí es cierto es que, desde las elecciones de Febrero del 36, en que ganó el Frente Popular, aunque fuera por pequeño margen, ya eran notorios los ruidos de sables (generales vestidos de paisanos para reunirse en secreto) instigados por la Iglesia y por la burguesía, sobre todo entre los generales africanos (Mola, Franco, Varela, Goded, Queipo de Llano, Cabanellas,..) e igualmente en los cuarteles, dirigidos por Sanjurjo, desde Portugal, donde estaba desterrado tras la “Sanjurjada” del 32 y si a esto se le añade el lema de los falangistas: “Ya no hay familiares, sólo Patria”, podía uno encontrase con padres e hijos peleando en bandos distintos, y no siempre en los mismos (el padre podía ser republicano y el hijo falangista, o al revés).
Y no sólo los falangistas se unieron a los sublevados, también Comunión Tradicionalista, Acción Popular y Renovación Española.

Ya, todo se veía venir.

Machado lo expresó en “Proverbios y Cantares”: “Ya hay un español que quiere // vivir, y a vivir empieza, // entre una España que muere // y otra España que bosteza. // Españolito que vienes // al mundo, te guarde Dios. // Una de las dos Españas // ha de helarte el corazón”.

Estas dos Españas, la conservadora y la progresista, están condenadas al enfrentamiento, pues la situación, según van pasando los días, se hace cada vez más insostenible.

¿Se podía seguir creyendo en la República, como solución, en esta situación de deterioro absoluto del orden público, desde Febrero a Julio del 36?

Como ya ha quedado expresado, lo previsto era un golpe de Estado, rápido, como el de Miguel Primo de Rivera en el 23, y nadie, pero nadie, pensaba ni se imaginaba que esto terminaría en una guerra civil.
Lo que intentaban los entusiastas voluntarios republicanos era parar el golpe y que no triunfara, pero fue el cambio de estrategia de los sublevados ante la fallida toma de Madrid por los reveses en el Jarama y en Guadalajara, poniendo rumbo al norte.
Pero cuando ya se vio claro que sería una guerra fue cuando comenzó a llegar la ayuda extranjera a ambos bandos.

Hay quienes consideran nuestra guerra civil como el primer episodio de la segunda guerra mundial.

Quizá, a posteriori, pueda interpretarse así.


TOLEDO: “EL ALCÁZAR NO SE RINDE”.

El coronel Moscardó, el día 21 de Julio, proclama por toda la ciudad de Toledo el estado de guerra. Los milicianos responden y Moscardó se hace fuerte en el Alcázar, donde llevan rehenes republicanos cuyo final ya se sabe cuál podría ser.
Pero cuando entra el último camión, cargado de municiones procedentes de la fábrica de armas una bomba republicana le acierta de pleno haciendo estallar casi 300.000 cartuchos.
La escasez de municiones, junto a la escasez de comida, serán dos de las grandes dificultades que tendrán que sobrellevar los defensores del Alcázar.
Entre ellos se encontraba Milán del Bosch (el del 23 F de Tejero y compañía)
Pero también buscan refugio en el Alcázar 60 falangistas, 600 guardias civiles, 50 derechistas toledanos. En total 1.900 personas, de las que sólo 1.100 son combatientes. El resto son mujeres y niños más, retenidos a la fuerza.
El asedio duró más de dos meses.
500 bombas y más de 1.300 granadas caerán sobre el Alcázar.

“El Alcázar no se rinde” –parece ser que fue la respuesta del coronel Moscardó cuando le proponen liberar a su hijo, rehén de los republicanos, a cambio de la rendición, de lo contrario sería fusilado.
¿Fue fusilado?, ¿Hubo tal conversación telefónica? ¿No quedó cortado el teléfono el día siguiente, el 22? ¿No fue todo propaganda posterior a la liberación?
Quizá un ejército bien equipado habría derribado el Alcázar en muy poco tiempo pero era poco de lo que disponían los milicianos de izquierdas.

Pero la resistencia del Alcázar, que tendría resonancia internacional, se convertiría en un verdadero símbolo del valor de los rebeldes para las generaciones futuras.

Ni los mineros asturianos, expertos en dinamita, pudieron derribarlo.

En realidad Toledo no era una ciudad estratégica en el desarrollo de la guerra pero distrajo a las mal equipadas y peor entrenadas de unos 2.000 milicianos y que, además, quizá esos cañones hubieran hecho más falta en otros escenarios bélicos.

En su marcha hacia Madrid, Franco desvió tropas en auxilio a los sitiados, lo que retrasó el asalto a la capital de España, pero la liberación y el valor de los sitiados aparecerían durante muchos años en los libros escolares y serían de lectura obligatoria (y lo digo con conocimiento de causa)

El boletín informativo que circulaba por el interior del Alcázar serviría como origen del diario El Alcázar, de extrema derecha y que correría por toda España durante muchos años.

LA ARMADA.


Uno se pregunta, a posteriori, cómo fue posible que la flota, casi toda leal a la República, no presentara batalla al convoy de buques mercantes, protegido sólo por el cañonero Dato y que éste cruzara el Estrecho de Gibraltar transportando el ejército de África a la Península, aquel 5 de Agosto.

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