domingo, 15 de enero de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (23-3) LA LIBERTAD

LA LIBERTAD 

Encantador Don Quijote:

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, sí, como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba (yo) metido entre las estrecheces del hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recibidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre.
¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!”

 La presión social le impide disfrutar, a pesar de las mercedes, de la libertad.

Son muchos los que, ante la inseguridad que, a veces, conlleva la libertad se apuntan, reclaman, exigen más seguridad a costa de la libertad.

“Se ha sustituido, el ansia de libertad por el ansia de seguridad. Están ocurriendo cosas que son un claro retroceso en la conquista de las libertades y la gente las acepta porque prefieren la seguridad”

Y más en los tiempos que vivimos, en que cualquier fanático, religioso o político, por un cortocircuito en las conexiones neuronales, puede empezar a disparar por el absurdo ideal que se le ha bloqueado en su mente, para ganarse el cielo eterno o para mostrarse como héroe ante la futura sociedad.

El hombre es un ser dotado de libertad, pero, a la vez, de imbecilidad.

Cuando se refiere uno al hombre como “animal racional”, al hombre genérico, ideal, es cosa fácil probar que se trata de un “ser libre”. Los argumentos convencen.
Otra cosa es cuando uno se pregunta por la libertad “psicológica” de Pedro, parado y padre de cuatro hijos y que va a ser desahuciado. En este caso la libertad se muestra problemática, porque ¿“libertad de qué”?, ¿”libertad para qué”?

Todos los hombres son radicalmente libres en cuanto participan del “hombre en general”, en cuanto concretan la naturaleza humana, pero la mayoría de la humanidad sólo es libre en su raíz, en la posibilidad, pero no lo es de hecho.

El hombre de Cromagnon era más libre que el hombre de Neanderthal, porque a medida que evoluciona, el hombre goza de un mayor ejercicio de su libertad, que le viene concedida, en semilla, por el hecho de ser hombre.

Teóricamente puede afirmarse que “el hombre es libre”, pero realmente, sólo puede decirse que “muchos hombres son libres en algunos de sus actos”

Y es que “el hombre tipo” no es “el hombre real”.

Y, como diría el castizo: “ca uno é ca uno”. Cada cual es hijo de su padre y de su madre, que nació, creció, se educó,…aquí o allí, así o asao.

“La vida se encuentra, siempre, en ciertas circunstancias, en una disposición en torno –circum- de las cosas y demás personas
No se vive en un mundo vago, sino que el mundo vital es constitutivamente “circunstancia”, es este mundo, aquí, ahora.
Y “circunstancia” es algo determinado, cerrado, pero a la vez abierto y con holgura interior, con hueco o concavidad donde moverse, donde decidirse: la circunstancia es un cauce que la vida se va haciendo dentro de una cuenca inexorable.
Vivir es vivir aquí, ahora –el aquí y el ahora son rígidos, incanjeables, pero amplios
Toda vida se decide a sí misma constantemente entre varias posibles –“astra inclinant, non trahunt”- los astros inducen, pero no arrastran.
Vida es, a la vez, fatalidad y libertad, es ser libre dentro de una fatalidad dada.
Esta fatalidad nos ofrece un repertorio de posibilidades determinado, inexorable, es decir, nos ofrece diferentes destinos.
Nosotros aceptamos la fatalidad y en ella nos decidimos por un destino”

Es Ortega el que así se expresa.

No somos “hombres asépticos, puros, ideales, sino, hombres circunstanciados” y es en esa circunstancia donde, de la que y con la que tenemos que
Vivir, sabiendo que nos condiciona, pero no nos determina, porque con ella, “podemos” (y esa es la libertad, un “poder”) decidirnos así o de otra manera.
Y somos responsables de por qué nos hemos decidido por ir por ahí y no por allí, de ser así o de ser de otra manera, porque “hemos podido” hacerlo y serlo.

Un ejemplo de “libertad” (que no sé si mis antiguos alumnos lo recuerdan).

Cuenta el dramaturgo español Alejandro Casona, en una de sus obras (creo que en "La casa de los siete balcones") la siguiente anécdota:

"Un hombre va caminando por el desierto acompañado de su caballo. Se le acaba el agua. A lo lejos divisa un oasis. Se dirige hacia él al tiempo que el posadero sale a su encuentro. Se entabla, tras los saludos correspondientes, una conversación. De dónde vengo, a dónde voy, qué quiero conseguir,…
-Se nos ha terminado el agua. ¿Puedo beber?, por favor.
-Por supuesto. Beba Ud. todo lo que quiera.
-¿Podría también darle de beber agua a mi caballo?
-Por supuesto, señor.

 Sigue la conversación al tiempo que descansa el viajero.

- ¿Puedo beber más?
- Por supuesto. Pero ¿Aún tiene Ud. sed?
- No, señor, yo es que bebo ahora para mañana.
- Pues déle Ud. también agua a su caballo y que beba para mañana.
- El caballo no puede, señor. Es lo que nos diferencia a los hombres de los animales. Ellos, sin sed, no beben. Nosotros, sin sed, podemos beber.

Ellos no son libres para beber o no beber en ausencia de sed. Nosotros sí. Eso es la libertad. "La capacidad de Responder sin Estímulo o de no Responder ante el Estímulo".
Yo sí podría ponerme en huelga de sed o de hambre. Mi caballo no. Él está atado al estímulo. Nosotros somos libres ante ellos.

Libertad: no atado a los estímulos


Siempre existe ese hiato, ese espacio vacío, ese  intermedio entre el Estímulo y la Respuesta. Ese intervalo teórico es la residencia de la libertad, para Responder o No Responder, para responder así o asao

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