miércoles, 15 de febrero de 2017

ACOMPAÑANDO A J.L. SAMPEDRO (39-2) EL ARTE


Pero el Arte, no.
Que nadie ose  meterle mano y ponerle torre a la “Manquita”.  “No la toquéis ya más, que así es nuestra catedral”, con torre y media.

La ciencia avanza a base y a fuerza de equivocarse y rectificar.
No es verdad que la ciencia sea la historia de la verdad, sino que es la historia de la superación de los errores y falsedades.

Las hipótesis y teorías científicas, para ser científicas tienen que ser “falsables”, no verificables.
La verdad de las mismas es sólo el intervalo que hay entre lo que hoy hemos descubierto y lo que mañana es negado, por falso, ante un descubrimiento nuevo, más perfecto, que invalida las hipótesis anteriores.

Los científicos siempre tienen que estar dispuestos, y esa es su esencia, a tomar como provisional el estado en que se encuentran en ese momento para desdecirse de lo dicho en un momento posterior.

Pero a nadie se le ocurriría retocar la Venus de Milo, la Gioconda, las Meninas, las Vidrieras de la Catedral de León, Zadig o El destino o Cándido o El optimismo de Voltaire (y sin mencionar templos románicos, obras de filósofos griegos, poesía del Siglo de Oro, el Quijote, o el Soneto a Cristo crucificado: “No me mueve, mi Dios, para quererte…”

“El arte es revelación. Removiendo las emociones del contemplador le revela a sí mismo sus propias honduras; del mismo modo que, erigiéndose en expresión de un estilo cultural, revela los rasgos de esa manera especial manera de vivir”

Si quieres rezar y meditar, hablar con Dios en el silencio interior de tu alma, debes entrar en una iglesia románica, poco iluminada, en la que se corta el silencio,…porque en una mastodóntica catedral gótica, muy alta, sobreiluminada por tanta vidriera, tan llena o rellena de esculturas,… es para cantarle a Dios, para admirar Su grandeza,…el Todopoderoso.

Una Virgen románica, un tanto ruda, de facciones estáticas, sin levantar la mirada, siempre humillada o humillándose,… ¿qué tiene que ver con una Madonna de Rafael o de Leonardo Da Vinci, o con la Virgen con la teta fuera y el niño mamando,…?
Cada una de ellas refleja épocas distintas y distintos modos de vivir y de sentir.

“Todo lo anterior se refiere a la “creación misma” (al arte)... Otra cosa distinta es el trabajo posterior, la elección de esas ideas, su plasmación en palabras, temas musicales o plásticos. Eso es el “oficio” (…) el oficio es una cuestión técnica, algo en esencia racional y, por tanto, transmisible de un entendimiento a otro.
La creación en estado naciente, por el contrario, no puede transmitirse de igual modo; tiene que ver con algo inexplicable (…) Tomando mi propio ejemplo, ¿por qué escribo novelas? La respuesta es simple. Porque no lo puedo evitar, porque uno se dedica al arte por necesidad interior, por encontrar el equilibrio, pero, a partir de ahí, ya es inexplicable. ¿Por qué hablo de sirenas y no de funcionarios, que es lo que he sido toda mi vida?”

Hay talleres de escritura y escuelas de artes y oficios, pero no de “creación artística”, ésta tiene que surgir por sí misma en el sujeto.
Otra cosa es cómo exponerla de manera adecuada. Aquí entra el “oficio”, que puede enseñarse y aprenderse.

El hombre es racional. Sin duda. Pero no sólo racional.
En otros lugares he escrito sobre “razón y pasión”

“El ser humano no es sólo pensamiento, sino también sensibilidad. Además de la ciencia y de la técnica ejerce y vive el arte.
El lenguaje no es sólo un problema de gramáticos, sino también de poetas.
Se pueden dar las reglas para escribir sin faltas de ortografía, pero no hay recetas para crear un gran poema”

Yo sé cuántas sílabas tiene un verso de un soneto y de cuantos versos consta, pero hay que ser un genio para crear el soneto:
“Un soneto me manda hacer Violante // y yo jamás me he visto en tal aprieto.// Catorce versos dicen que es soneto…”
Construir un soneto en la descripción de que no sabe construirlo.

“El arte es mucho más que la técnica. La técnica se puede enseñar, es esencialmente racional.
Se puede explicar racionalmente el manejo de una máquina -¡cuidado¡- digo el manejo no el invento- pero no se puede transmitir a otro cómo usar la gubia para conseguir unas determinadas curvas en la madera.
Se podrá explicar cómo trazar la curva, pero nunca será igual a la conseguida por un artista.
El conseguir una obra de arte requiere algo distinto, algo que, para mí, constituye el secreto de la vida, lo no transmisible de la vida”

Vuelvo a ver la estatua “La mujer con velo”, de Corradini, en el Louvre y me he preguntado, me pregunto y me preguntaré cómo demonios puede hacerse eso con una pieza de mármol
(Si no la habéis visto, os recomiendo verla y luego explicármelo, si podéis)

“El acto de creación de una obra está imbricado en la vida del escritor como la raíz de un árbol en la tierra donde nace”

Información, conocimiento, ciencia, sabiduría.
¿Cuántas veces confundimos estos conceptos?

Hay tanta información que nos asfixia, conocimiento vulgar mucho, conocimiento científico menos, sabiduría poca.

Es lo opuesto al “mundanal ruido” lo que hace y todo el mundo debería hacer: seguir “la senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido” de nuestro Fray Luis de León.

Conocer las causas de las cosas no es de sabios, sino de científicos.
El sabio, contando con eso y prescindiendo de eso, “sabe vivir”
Eso es la sabiduría: “saber vivir”, no “saber verdades”

“Muy colmado de ciencia está Occidente, pero muy pobre de sabiduría. Es decir, del arte de vivir, más abarcante que la ciencia porque, contando con ella, incluye además el misterio”

No nos referimos al “vivir biológico”, común a todo ser vivo, ni al “vivir más tiempo y más cómodamente”, sino al SABER VIVIR HUMANAMENTE.

“Vivir no es una tarea científica, aunque la ciencia contribuya a nuestras vidas de mil maneras, desde la sanidad a la comodidad.
El arte supremo es el arte de vivir.
Vivir no es sólo un arte, es el arte supremo”

Un componente racional, en el vivir, pero también un componente misterioso. Al que uno puede aproximarse pero sin tener la seguridad de que se ha encontrado.
Y esto nos lleva al terreno religioso, al misticismo”

Esta religiosidad, este misticismo religioso poco o nada tiene que ver con la Iglesia.
Incluso todos, o casi todos, los místicos tuvieron desencuentros y/o problemas con la Iglesia por ser considerados heterodoxos en la forma de entender la religión y su acercamiento a Dios sin tener que pasar ni que pagar el peaje de la Iglesia.

¿Se puede ser sabio en nuestras ciudades con tanta aglomeración, tanto ruido, tanta prisa…?

“!Cuántos escritorios había en Babilonia¡ Tantos como jardines: era una ciudad magnífica para la cultura y el placer de vivir. Quien entraba por la puerta de Marduk, su dios principal, quedaba seducido”

En la soledad de la celda y con la sola compañía de Dios.
En los jardines de los monasterios respirando fragancias, oyendo trinos, y tuteándose con Dios.
Eso es religiosidad, eso es mística, nada que ver con la Iglesia, sus preceptos, sus ritos, sus liturgias,..

SABER VIVIR, SER SABIO

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