miércoles, 31 de mayo de 2017

ARISTÉTELES Y EL AMOR (3)



2.- “EL BIEN”

QUERER “EL BIEN”

 ¿Quién va a dudar, en principio, de que una madre o un padre de familia normales quieren lo mejor para sus hijos?.
Pero cuando hay que concretar qué es “lo mejor” para esos hijos, en unas circunstancia particulares, la solución se torna ya más complicada y pueden (y muchas veces lo es) estar en desacuerdo.

En primer lugar ese bien, o ese “lo mejor”, debe tener como referencia a esos hijos a los que se les brinda y no sólo y, principalmente, a los padres, que, más que favorecer al muchacho, persiguen en realidad que los deje en paz, evitar un enfrentamiento, ahorrarse un disgusto, proyectar su propia vida sobre el chico o beneficios por el estilo. 

Nosotros, padres, estamos convencidos (quizá en un autoengaño) que lo que nosotros creemos que es lo mejor para ello realmente lo es y no sólo el cumplimiento, en el hijo, de una frustración de los padres (“que ellos sean lo que nosotros no hemos sido, porque no hemos podido, porque las circunstancias eran otras, porque no tuvimos oportunidades,…”)

El bien que se le ofrece a los hijos debe ser un bien real, objetivo, algo que lo mejore, que haga del ser amado una persona más cabal, más plena, más entera, más rica.

Por tanto, en última y definitiva instancia, lo que debe procurarse para aquel a quien se ama es que, a través y por medio de nuestras intervenciones, consejos, esfuerzos y sacrificios, sea  lo que más le conviene “a él”.

Se establece, así, una suerte de «círculo virtuoso», merced al cual, cuando alguien quiere de verdad a otra persona, lo que tiene que procurar, por todos los medios, es que ésta, a su vez, vaya queriendo más y mejor.

A fin de cuentas, amar equivale a enseñar a amar y, además, a facilitar el amor.

En este sentido, el mejor modo de querer al otro no es sólo amarlo sino, también, facilitar el amor mutuo.

Quererlo y hacer sencillo y agradable el que pueda quererme.
Recibir sin trabas su cariño, no poner barreras que impidan que su entrega, sus definitivos deseos de unirse, alcancen su meta.

Amar, facilitar el amor, dejarse amar, amarse.

Facilitamos el amor cuando nos mostramos francos, disponibles y cercanos: lo cual suele equivaler, en positivo, a estar pendiente del otro; o, lo que es casi lo mismo, a no resultar hoscos, esquivos, distantes… por encontrarnos encerrados en los propios problemas y ocupaciones o enrocados en los presuntos y orgullosos derechos del yo: en «lo mío… en cuanto mío».
Y eso, por desgracia, solemos practicarlo: no dar el brazo a torcer, que el primer paso lo dé el otro.

«Lo que el amor tiene de admirable es que el servicio que nos hacemos nosotros mismos al amar, se lo hacemos también al otro amándolo; más aún, se lo hacemos por segunda vez dejándonos amar» 

“Facilitar el amor como modo sublime y supremo de amar”

Si los profesores “amáramos” a nuestros alumnos deberíamos preocuparnos, más que para que “sepan” más, para que “sean” más y mejores personas (es lo que muchas veces he declarado y en lo que todos los docentes estamos de acuerdo), que “educar”, a la persona, es mas que “calificar” sus conocimientos).

¿Y los padres?

Lo tienen más crudo.
Unos padres que consideran la conveniencia de enviar o no a la hija adolescente a Inglaterra o a Estados Unidos para que perfeccione sus conocimientos de inglés, por la imperiosa necesidad, hoy día, de conocer este idioma, pero que, al mismo tiempo, temen los peligros de soledad, de la desadaptación y desorientación que una estancia fuera de casa podría provocar, y más a esas edades.

¿Los hemos educado para que maduraran y pudieran defenderse por ellos mismos, en circunstancias tales, o hemos preferido tenerlos bajo las alas y a buen recaudo, lejos de las situaciones embarazosas?

¿Madurarán, como personas, en el extranjero, cuando se enfrenten a culturas y modos de vida distintos o se arrugarán y sentirán los mordiscos de la frustración, no sólo la pérdida de tiempo?


Queda más claro que, en situaciones por el estilo, lo decisivo no es tanto lo que se hace, sino el motivo de fondo que impulsa a obrar así y las repercusiones que semejante conducta lleva consigo.

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