domingo, 5 de noviembre de 2017

GEORGES BATAILLE Y EL EROTISMO.(1) LOS TRES TIPOS



En la historia del pensamiento occidental podemos encontrar dos grandes y extremas concepciones del amor:

1.- El amor como una relación “finita” y “recíproca” entre dos seres humanos (mejor denominarlos “personas”) y conservando cada uno la individualidad de su proyecto vital.
Es una relación “finita” entre dos seres finitos y susceptible de una gran variedad de modos y en conformidad con los intereses de ambos.

He escrito varias veces que el matrimonio comporta  tres proyectos: 1.- El proyecto propio, al que no puede ni, sobre todo, debe renunciar; 2.- Un proyecto común, con su pareja, al que hay que aportar una gran dosis de esfuerzo y alguna renuncia al propio proyecto para que el común pueda seguir adelante, y 3.- Respetar y ayudar al proyecto de su pareja, por el bien de los tres proyectos vitales, que no deben obstaculizarse, pero tampoco fundirse.
Según esta concepción el amor es muy interesante, pero no lo es todo.
Tú, yo y, además, ambos.

2.- Donde lo realmente importante es el “nosotros” y en el que la pareja es más importante que cada uno de sus componentes.
Ésta es la concepción romántica.
Perderse ambos como personas individuales para encontrase como pareja y que sería la vía privilegiada de conocimiento entre ellos.

Renunciarse, olvidarse, difundirse y encontrarse juntos viviendo el “ambos”

Bataille, en el amor, será un romántico.

Para él, el abismo que separa a dos personas es infinito y sólo puede salvarse ese abismo entre ellos o con la violencia o con el erotismo.

Imaginaos la nueva situación de la pareja como padres.
El nuevo ser es la fusión de dos seres, distintos al nuevo ser, pero continuación de los mismos.

Distingue Bataille tres formas de erotismo: 1.- Erotismo de los cuerpos; 2.- Erotismo de los corazones, y 3.- Erotismo sagrado.
(Grosso modo sería la pareja joven, la pareja de ancianos y el cura-fraile-monja).

El erotismo tiene como objeto salir de la propia individualidad para encontrar al otro y sumergirse, ambos, en una relación superior.

¿Qué es el desnudarse ambos y entregarse a los abrazos, besos, tocamientos,… sino darse al otro al tiempo que recibirlo y descubrirse ambos como amantes?

Es el erotismo de la carne que se manifiesta dándose en una dimensión superior a través de la sexualidad y del sexo, con un final orgásmico y perdiendo el sentido.
Ese encuentro entrelazado es el culmen del erotismo de los cuerpos para el que no es necesario que esté presente el amor, basta con quererlo y practicarlo.

Una relación carnal, pasajera y voluntaria, pero intensa, y durante unas vacaciones, es el mejor ejemplo.

El erotismo de los corazones es, ya, muy distinto porque ni siquiera son insustituibles los cuerpos.
Se aman y se demuestra ese amor con atenciones y cuidados, con pequeños detalles, en el día a día, con pequeñas pero sentidas satisfacciones que llenan el espíritu.
Se está a gusto con la mera presencia del otro al lado, incluso sin decir nada, porque no hace falta decirlo para experimentarlo.

Es una relación apasionada que no le hace ascos ni a la muerte, tanto al suicidio por amor como al asesinato por amor (los casos de Alzheimer de la persona amada)

El tercer tipo de erotismo, el sagrado o místico.
¿Qué son los estados de éxtasis de Santa Teresa de Jesús o el “muero porque no muero” y “vivo sin vivir en mí” sino una “borrachera amorosa” durante la cual se desea la muerte para seguir emborracha de amor, anegada en el amado?


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