viernes, 22 de diciembre de 2017

11.- LA MUJER.......MITOS SOBRE LA MENSTRUACIÓN (1).

LOS MITOS.

Alrededor de la menstruación se han creado muchos mitos e ideas preconcebidas que han perjudicado enormemente a la salud de la mujer y a la feminidad en general.
Y a menudo muchas de estas ideas sobre la mujer surgen de hombres y nace de doctrinas religiosas.

Las  antiguas culturas consideraban la menstruación un hecho misterioso y casi mágico.
El hombre primitivo no podía comprender cómo las mujeres de su tribu comenzaban a sangrar, de forma regular, sin ninguna herida aparente y sin perecer o enfermar por ella.
De esta incomprensión surgieron multitud de mitos y supersticiones, muchos de ellos aún perviven actualmente, que achacaban a la menstruación y a las mujeres menstruantes poderes sobrenaturales, tanto positivos como negativos.
Por ejemplo, en algunos pueblos se creía que cuando la mujer menstruaba  podía detener una tormenta o proteger al amado del enemigo; en otros, por el contrario, se pensaba que una mujer que tuviera la menstruación corrompería todo aquello que tocara.
Incluso en algunos pueblos primitivos, la mujer debía permanecer aislada del resto de la tribu durante el tiempo que durara su menstruación y le estaba prohibido preparar comidas o tocar los instrumentos que compartía con los demás.

Encontramos supersticiones  tanto en las religiones orientales como occidentales, y por tanto estas creencias supersticiosas acerca de la menstruación se han dado y se dan en todas las culturas, incluso en las más avanzadas.
Algunas supersticiones del pasado se mantienen hoy en día o han dejado una impresión negativa sobre la mujer cuando tiene la regla:

En los pueblos primitivos cuando una mujer tenía la menstruación era considerada sucia y se las apartaba del resto.
En la Biblia, el alma de la mujer se debate entre un lado oscuro y otro claro: la primera se encuentra representado por la primera pecadora, la impura Eva, que pagó el pecado original con tener que soportar la regla y los dolores del parto y el lado claro está representado por la pureza de la Virgen María, ser inmaculado y sin macha.
Por tanto, en la mujer no puede reconciliarse esta pureza femenina con la menstruación, con lo cual se consideraba a la mujer impura durante la regla.

En el Levítico del Antiguo Testamento se dice: “Cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare será impuro hasta la noche.
Todo aquello sobre lo que ella se acostare mientras estuviere separada, será impuro; también todo aquello sobre lo que se sentare será impuro. Todo aquello que roce su lecho o cualquier objeto sobre el que ella se haya sentado, deberá lavar su ropa, tomar un baño y será impuro hasta la noche.
Y cuando fuere libre de su flujo, contará siete días, y después será limpia”

En el Medievo era pecaminoso que una mujer entrara menstruando a la iglesia.

En China la sangre menstrual no debía tocar el suelo para no ofender al espíritu de la tierra.

Pensadores de la antigua Grecia y de principios de la era cristiana aseguraban que la mano de la mujer menstruante convertía el vinagre en vino, arruinaba las cosechas, mataba las semillas, marchitaba los jardines, y pudría las frutas de los árboles.
También aseguraban que oxidaba el hierro, mataba a los insectos y enloquecía a los perros cuando se les acercaban.

Hoy en día muchas mujeres han recibido u oído el mensaje de que la mujer no puede hacer mayonesa cuando tienen la regla, porque puede cortarse ni tocar las plantas porque se marchitarán.

En nuestros tiempos, algunas comunidades fundamentalistas prohíben el coito durante la menstruación de la mujer.

Actualmente en algunos países de la Europa oriental aún hay la creencia que si una mujer menstruando se acerca a las conservas éstas se estropean o, como en Carolina del Norte, donde se piensa que si la mujer hace un pastel durante su período, será incomible.

El origen de estas supersticiones y mitos proviene mayoritariamente de una cultura eminentemente masculina y patriarcal donde la opresión de la mujer, el desprestigio y desvalorización de todo lo relacionado con la feminidad era una forma de convertirla en un ser inferior, supeditada al hombre, con la voluntad de que sean sumisas, dependientes, sentimentales… y con ello privarlas de participar en la vida pública.

Aunque si bien en un principio estas creencias supersticiosas podían atribuirse a la falta de información existente acerca de la menstruación, tanto de los procesos fisiológicos como anatómicos, la ciencia tampoco se ha librado de ellos.
Así, por ejemplo, durante siglos, se mantuvo la creencia, difundida por Aristóteles de que el feto se alimentaba y formaba con la sangre menstrual; por ello, cuando una mujer estaba embarazada no aparecía la menstruación.

Según se creía, el semen del hombre aportaba un niño ya preformado, con todas sus características, y la madre sólo era el medio para que el niño se desarrollara hasta el momento del parto; de ese modo la sangre menstrual se convertía en el alimento y en la misma sangre del feto.

Es en la segunda mitad del siglo XVIII cuando comienzan a aparecer algunos manuales de obstetricia y se despierta el interés por el estudio de los mecanismos del embarazo y del parto, de la anatomía femenina y, posteriormente, del proceso de la menstruación.

Sin embargo, estos primeros estudiosos tuvieron que luchar contra las supersticiones y mitos firmemente establecidos y no siempre los vencieron; y así, por ejemplo, en 1878, a las puertas del siglo XX, el British Medical Journal seguía publicando que una mujer con la menstruación corrompía la carne si la tocaba. 

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