jueves, 28 de diciembre de 2017

14.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: LA MUJER TRABAJADORA Y EL TERCER SEXO (1)

LA MUJER TRABAJADORA Y EL TERCER SEXO.

Fue en la última década de la etapa franquista cuando comenzó a hablarse y a escribir sobre si la humanidad caminaba hacia “el tercer sexo”.
Además del sexo masculino (trabajador) y del sexo femenino (madre) un tercer sexo que sería el de “la mujer que no quiere ser (en general) madre y que quiere trabajar y trabaja.

Sería esa mujer moderna que no quiere desarrollar una familia, que quiere ser trabajadora pero que no renuncia a su actividad sexual.
Renunciar a “su función natural” femenina (casada y madre) y dedicación a una actividad masculina (trabajar fuera de casa).

Se preguntaban, entonces, si no estaríamos los miembros de la especie humana en vísperas de convertirnos como las hormigas o como las abejas, en una especie con tres sexos: 1.- El sexo de las reinas (dedicadas a la reproducción), 2.- El sexo de los zánganos (para fecundarlas) y, finalmente, 3.- La inmensa cantidad de obreras que pierden su capacidad sexual para entregarse a un trabajo de la vida de relación.

La liberación social de la mujer amenaza con producir un cambio irremediable en la sociedad.

“Desde hace bastantes años me ha preocupado el advertir que muchas mujeres, atraídas por el aliciente de las profesiones que antes les estaban vedadas, y de lo que ahora se llama “liberación social de la mujer”, renunciaban voluntariamente a la reproducción aunque no al sexo, y amenazaban con crear en el seno de nuestra sociedad una especie de “tercer sexo”, análogo al que se produce en los hormigueros y en las colmenas” (José Botella Llusiá. Esquema de la vida de la mujer. Madrid, Espasa Calpe, 1.975)

Es una mujer cuyo instinto sexual permanece invariable, y hasta exacerbado, pero que rehúye deliberadamente el instinto maternal.
No quiere ser reina (para procrear) sino trabajadora (para ganarse la vida sin depender del varón) pero que no renuncia a su actividad sexual.
Unas trabajadoras en toda regla a las que les gusta practicar sexo pero no quedarse embarazadas y ser madres.

Se llegaría, por este camino, a la desaparición de la especie humana.

Lo que no tienen en cuenta estos escritores es que sólo son una pequeña parte de las mujeres del mundo: las mujeres occidentales.


¿Es la mujer, en el siglo XX, en España, “un-varón-a-medio-camino” (teoría de Marañón) o, por el contrario, es el ser más perfecto de la creación, siendo el varón sólo una interferencia?

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