martes, 19 de diciembre de 2017

8.- LA MUJER EN EL FRANQUISMO: "...Y CON LA PATA QUEBRADA" ( y 2)

Ser “diligentes” (ellas) versus ser “inteligentes” (ellos).

“Mujer madre y esposa”  versus “mujer trabajadora profesional”.

Finalidad “reproductiva” versus finalidad “productiva”.

La mujer no puede/no debe cargarse con ambas tareas, no podría con ellas y/o las haría mal.

La mujer, además, vivirá angustiada por no quedarse embarazada (si lo desea) o por quedarse de nuevo embarazada (cuando ese no era su deseo).

¿Qué podía ser para ellas lo hoy denominada “liberación de la mujer”?
¿Y cómo compatibilizar ésta con la "angustia reproductiva”?
La patología femenina está servida.

Es la ideología machista dominante.

Si trabaja de pie, porque trabaja de pie; y si trabaja sentada porque trabaja sentada. Las enfermedades son seguras y horribles, los desarreglos menstruales ya están ahí, llamando a la puerta.

Como ejemplo de lo que no debe hacer la mujer, un medio de comunicación española, en 1.940, expone lo que hace la mujer americana:

“El daño mayor que corroe moral y demográficamente a América es el trabajo femenino, daño del que América ha contagiado a Europa. Trabajo femenino consecuencia de la ley del “confort” que produce: la masculinización de la mujer, el aumento del paro masculino, la disminución de la nupcialidad, la disminución de la natalidad al considerar la maternidad como un estorbo, como una cadena (…) El trabajo femenino contribuye, finalmente, a la corrupción de las costumbres y a la destrucción de la familia”

Ya sabemos, pues, los valores morales del franquismo en sus primeros momentos, naturalmente bendecidos por la Iglesia.


En 1.963, José M. Dexeus decía: “es deseable una evolución económica que haga innecesario el trabajo de las mujeres fuera del hogar”. La conjunción del  papel “reproductivo” con el papel “productivo” es difícil para la mujer. Tras una labor casera, completar 8 horas de trabajo, resulta agobiante”

“El trabajo para los varones, para las mujeres solteras y para las que se aburren”

“Desde el punto de vista médico creemos que el trabajo asalariado en la mujer, lejos de ser como algunos pretenden, un índice de un elevado nivel de civilización, es, realmente, la demostración de una nociva servidumbre que nos impone la deficiente organización actual de nuestras sociedades”.

“Sólo las mujeres que no han de cumplir con la función maternal deben poder trabajar”, ya que no sirven para “reproducir” (que es lo más importante, biológicamente hablando), que “produzcan”.

“Si no “paren”, que “trabajen”.

¡Y que todo esto lo afirme un ginecólogo “gallego”, cuando, precisamente, la mujer gallega es la que más ha hollado su terruño, su huerto, sus vacas,…¡

¿Y las mujeres aburridas?

Cuando los hijos vuelan del hogar y buscan y encuentran compañero/a, y como “el casado casa quiere”…una vez liberada la madre del cuidado de sus hijos, y si se aburre, para evitar depresiones y/o alteraciones nerviosas o endocrinas (por aquello del “síndrome del nido vacío”…)
Pero, aún entonces ¿deben buscar trabajo? NO, sólo “entretenimiento”.

Pero es que incluso la mujer-médico debe evitar las tareas relacionadas con los genitales, por ser incompatibles con la sensibilidad y el pudor propios de una mujer (o sea, no ginecóloga y, menos, uróloga)

“El ser médico es cosa de hombres”.

El dominio de la situación, la persuasión, la valentía ante los dramas de dolor,… sólo pueden darla ellos, como atributos de la masculinidad.

En resumen: la mujer que quiera trabajar debe escoger un entretenimiento-trabajo o un trabajo que sea muy femenino, y sólo si es soltera o con hijos mayores.




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