jueves, 4 de enero de 2018

18.- EL PAPEL DE LA MUJER EN EL FRANQUISMO (1)

 EL PAPEL DE LA MUJER EN EL FRANQUISMO.

El estatus de las mujeres siempre será inferior en aquellas sociedades en las que exista una fuerte diferenciación entre los terrenos de la actividad doméstica y la actividad pública, y en aquellas en que las mujeres estén aisladas unas de otras y colocadas bajo la autoridad de un solo hombre en la casa.

De este modo, podríamos encuadrar al franquismo dentro de esta órbita, donde la actividad doméstica de la mujer es entendida como “su actividad natural”, que a su vez carece de iniciativa propia, depositada en la figura masculina.

 El régimen franquista se alimentó de los discursos institucionales para desarrollar un sistema patriarcal agresivo, que mantuviese una doble dominación sobre las mujeres. En este sentido, tenemos que tener en cuenta que los discursos no son elementos aislados e independientes, sino que se yuxtaponen y conviven, con el objetivo de crear un proyecto de poder.
El proyecto franquista se sustentaba en el establecimiento del orden tradicional, es decir, contrario al orden republicano.

Así, la presencia de la mujer en la esfera pública durante la II República se sustituyó por la vuelta al hogar defendida por la tradición católica y el fascismo.
El fascismo demonizó la emancipación femenina y la liberación de la mujer, mostrando un rechazo a la ruptura del sistema patriarcal, de forma que según Pilar Primo de Rivera «el deber de las mujeres para con la patria es formar familias».

El conservadurismo autoritario, el fascismo, junto con las opciones que integraron la extrema derecha concibieron un discurso común de domesticidad que perduró durante el franquismo.

La subordinación y la represión que sufrieron las mujeres durante la dictadura franquista, y especialmente durante la primera etapa del régimen responden a algo más que una vuelta atrás a la tradición.

La feminidad se identifica con la fragilidad, sumisión y espíritu de sacrificio, características que enlazan perfectamente con el mensaje católico, pero además «el fascismo femenino dará a la mujer lo que necesita: custodia de la casa y de los afectos, incitadora de obras nobles, consoladora en el dolor, madre de nuestros hijos».

La mujer ideal fue el resultado del modelo burgués de ama de casa y el modelo cristiano-católico de género.
El modelo burgués se basaba en la diferenciación de la esfera productiva, centrada en el ámbito público y el trabajo, y la esfera reproductiva, centrada en el ámbito privado y el hogar.

El modelo cristiano-católico se basa en el origen del Génesis y el pecado original, y pone de manifiesto dos modelos de mujer representados por la Virgen María y Eva, que encarnan la mujer austera, ángel del hogar y sumisa, por un lado, frente a la mujer libre y desobediente que seduce a los hombres, por otro. 

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