martes, 13 de febrero de 2018

34.- ¿MIEDO A LA VEJEZ?. LA VESTIMENTA DEL VIEJO (2)


(VESTUARIO).

Es verdad que el viejo muestra una cierta apatía hacia el vestuario.
¿Por qué no ponerse hoy lo mismo que ayer y mañana lo mismo que hoy?
¿Lo que valió ayer ya no vale hoy?

El viejo no es que le tenga manía a la ropa, es que es un despegado respecto a ella.

Todos sabemos que el vestido es un de las necesidades básicas (con el comer, el beber, el respirar y el dormir).
Hay que resguardarse del frío.
Esa fue la primera causa del vestido. Y la 2ª causa fue tapar o esconder los órganos sexuales para no excitar al otro dentro de la sociedad en que se vive.
Sólo así se integra uno en las costumbres de un grupo humano.

Pero es que el vestido es, en tercer lugar, un lenguaje de comunicación muy activo y directo.

No es cierto cuando una mujer dice “me visto para mí”.
Una se viste para los otros.
En casa, a solas, a las 12 de la noche, tú no te pintas ni te vistes como si fueras a salir.
El vestido atrae o repele a quienes te rodean y, si estás sola, no es necesario.
El vestido suscita emociones de atracción o de huida en el otro.

Vestirse es definirse.
Uno puede vestirse para llamar la atención, ser foco de miradas, ser envidiado, sobresalir, no pasar inadvertido….o, por el contrario, vestirse para pasar inadvertido y que nadie se fije en ti.

Dos mujeres (sobre todo mujeres) en el mismo acto social, con el mismo vestido es, más que problema, es un martirio, un “trágame, tierra”.
De ahí que entre amigas y conocidas previamente se pregunten cómo van ir vestidas.

Un joven, perteneciente a una tribu urbana cualquiera, se viste así como para protestar de tener que vivir en este mundo con todos los demás.

El uniforme es una manera de, por una parte, no tener que pensar qué ponerse, por otra parte, ser distinto automáticamente, como uno más del colectivo X.
Hay muchas personas que lo prefieren, como hay muchas personas que lo odian.
Son personas distintas, aunque igual de  respetables.

Pero es curioso que el vestido y la palabra suelan ir de la mano.
Dos personas desnudas se hablan poco.
Las palabras sobran si son amantes y, si no lo son, la escena misma es estrambótica y no salen las palabras.
¿Qué decir cuando mirar y ver te ahogan y te hacen un nudo en la garganta?

El problema del viejo y su ropa.

No hablo del desaseo, del desaliño, del sudor, de la halitosis. Todo eso es guarrería.
Me refiero a la elegancia o no elegancia.
No de ir vestido sino de ir bien o mal vestido y, sobre todo, de saber vestirse bien.


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