viernes, 16 de febrero de 2018

35.- ¿MIEDO A LA VEJEZ?. LA COMIDA ( y 2)



Interpenetración de lo genético y lo cultural, los genes y la comida facilitaron la encefalización.

Y habría que distinguir entre comer y cocinar.
Mientras comer es devorar el paisaje, apoderarse de él, hacerlo suyo, el cocinar va un poco más allá, es algo más y mejor.
El tragón no es el sibarita como el catador no es el borracho.

Yendo aún más allá.

Cocinar y gobernar tienen un mismo origen: convertir en aceptable la comida y el funcionamiento de la sociedad.
Uno manipula los alimentos, el político manipula a las personas.
A fin de cuentas para lo mismo, ambos son poderes, poder sobre lo otro y poder sobre los otros.

Si cocinar es dominar el medio natural, manipularlo y hacerlo más digerible al tiempo que más atractivo y sabroso, aunque luego sobre comida, gobernar es dominar el medio humano, manipularlo, hacerse atractivo a los votantes para conseguir poder, aunque luego no se use todo el poder de que dispone, porque no hace falta, pero podría hacerlo.

El político tiene poder.

La pregunta sería si es la preocupación por los otros o es el poder personal lo que prima en el político.

Si Descartes había dicho “cogito, ergo sum”, ahora habría que decir “edo, ergo sum”, “como luego existo”.

Poder comer y poder descomer es sentirse poderoso.

Poder comer es también poder no comer. Muchas veces la estética se una a la dietética y prefieren la belleza a la comida.
El placer del “tipo” prima sobre el placer de “comer”, (todos sabemos de la anorexia,….).

Nos gusta comer, a todos, mucho y bien PERO….ahora llega la parte racional del comer, ¿y el colesterol, el azúcar, los triglicéridos,…?.

Lo que nos gustaría hacer no coincide con lo que debemos hacer, y esto va a primar.
Adiós a la panceta, a los torreznos y a la manteca colorá; adiós a los pasteles, tartas….
Y lo hacemos.

Pero no es que perdamos poder.
Hemos metabolizado el poder.
Podemos hacerlo, aunque no nos guste.
El hacerlo es un medio.
El poder excluir ciertos alimentos, el poder prescindir de ellos, es también un poder.

La vida y el poder concentrados en la cabeza, en la boca y en el culo.

Pero en la mesa, al viejo le gusta hablar poco.
Hablar es como una dispersión del comer, mientras que la prisa es una manifestación de poder.

Entre poder hablar y comer despacio o poder no hablar y comer de prisa, el viejo elige lo segundo, como si se le pudiera acabar el tiempo.

Comer para reanudar la vida laboral es muy distinto a comer para simplemente seguir vivo.

Cuando el viejo, pues, salga de viaje, lo que no se le pueden olvidar son las pastilla para el estómago y las pastilla para ir al water.
El equivalente al neceser de una joven (barra de labios, pinzas de depilar, espejito de aumento, coloretes, majujes varios y variados…) son los laxantes del viejo.

Ambos quieren estar bien, aunque cada uno lo entienda de manera distinta ese “estar bien”.

Además (a recordar), el papel del water es igual o más necesario que la esponja de la ducha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario